La importancia del pensamiento en el mundo rural centró la segunda parte del foro organizado por la Fundación Kerbest en el Palacio Los Serrano de la Fundación Ávila. Una mesa redonda en la que cuatro expertos hablaron del pasado y el presente del medio rural, pero también de su futuro y de las oportunidades que ofrece ligadas a aspectos como la sostenibilidad, el patrimonio cultural y el diálogo.
El catedrático emérito de Geografía de la Universidad de Salamanca Valentín Cabero comenzó su intervención resaltando las posibilidades del mundo rural como medio de vida digno y necesario, haciendo referencia a aspectos que marcan el momento actual como el mercado neoliberar, que «no debe ser capaz de adaptar las condiciones sociales y alimentarias»; los procesos de concentración de producciones, agricultura digital, «que genera dependencias tecnológicas controladas desde fuera del medio rural», o «un mundo rural roto, sin transmisión de valores ni capacidad de adaptación».
Frente a ello Cabero habló de apostar la resiliencia en la dignidad del medio rural, los recursos de proximidad, la convivencia en torno a valores y tradiciones comunes, el mantenimiento de los bienes comunes y estratégicos (bosques y agua), la soberanía alimentaria y la cohabitación, además de subrayar la «responsabilidad» de la «población urbana vinculada» al medio rural.
María Teresa Pérez, autora de la 'Guía 360º para ciudades sostenibles', hizo referencia en su intervención a dos proyectos en los que está embarcada, un complejo rural que potencia el turismo astronómico y ornitológico y en el que «cada visitante debe dejar un impacto positivo con acciones de reforestación» y el proyecto 'Revitalizando los pueblos de El Bierzo', que incluye un laboratorio rural, una red de jóvenes dinamizadores, una escuela de mujeres pastoras, artesanas y ganaderas, economía circular y un hub energético.
Pérez también ofreció su visión sobre las zonas rurales y en ese sentido indicó que deben ser «espacios atractivos, con una gobernanza conjunta, proveedores de seguridad alimentaria, comunidades dinámicas centradas en el bienestar y más inclusivas, fuentes florecientes de naturaleza, lugares que cuenten con personas empoderadas e innovadoras y con servicios, y lugares de diversidad y que aprovechen los recursos».
Por su parte, el director del máster universitario en Evaluación y Gestión del Patrimonio Cultural de la USAL, Luis Alfonso Hortelano, se refirió a la necesidad de preservar el legado cultural. Así, defendió la «sensibilización, formación y difusión» del patrimonio porque «para el medio rural supone una oportunidad, un recurso para su desarrollo porque genera actividad económica y empleo».
Hortelano subrayó la «fragilidad» del legado cultural, tanto material como inmaterial que «está en deterioro, destrucción, desaparición o pérdida irreversible» debido a una «falta de gestión y mantenimiento», pero también a una «falta de funcionalidad» y a factores como la despoblación. Por ello defendió una «gestión sostenible» del patrimonio cultural y la «colaboración institucional» para preservarlo y ponerlo en valor.
Cerró esta mesa redonda el decano de la Facultad de Filosofía de la Universidad de Salamanca, Antonio Notario, quien puso el acento en la importancia de impulsar foros de diálogo en el medio rural que «aborden las carencias y las necesidades del mundo rural, pero también las oportunidades que ofrece» porque «hay que escuchar al mundo rural».
Y es que, según comentó, «la filosofía es una cuestión de amor y solo desde una relación cordial con el medio rural se podría establecer una filosofía de la rural». Para ello es fundamental, a su juicio, «un trabajo interdisciplinar y transversal», ya que «solo así se podrá aprovechar el pensamiento filosófico».
«El problema no está tanto en el distanciamiento entre el medio urbano y el rural como en la importancia que el mundo rural pueda tener en cada persona», aseveró Antonio Notario.