A priori la pasión por los bonsais no parece propia de Ávila pero en la fría mañana de sábado, y usando como telón de fondo la iglesia de San Pedro, se destapó que es algo que existe y que hay afición. Capitaneados por Juan Hernández un buen grupo de amantes de los bonsais sacaron a la calle algunas de sus creaciones para deleite de los curiosos. Árboles en miniatura que en ocasiones superan los 70 años de vida brindaban su belleza a cambio de nada. Pinos, espinos, alerces, algunos desnudos otros provistos de hojas, no en vano trabajan especies de hoja caduca y perenne porque «lo importante es que ramifiquen bien». Por supuesto hay que aplicar unos parámetros y teorías establecidas pero cuando ya hay experiencia de sobra «te los puedes saltar lógicamente».

Sea como fuere eran sencillamente preciosos y además ahí estaban quienes les habían dado forma para explicar cualquier duda a quien se acercara a curiosear. Ocultos hasta ahora los aficionados al bonsai han decidido juntarse, dejarse ver y además están trabajando en los estatutos de una futura asociación que saldrá a la calle con ganas de enseñar lo que saben, de dar conferencias, talleres, de iniciar a quien tenga inquietud en esta afición en la que muchos llevan muchos años. Desde Peguerinos llega Antonio, junto a él Ursino y el propio Hernández, todos ellos se mostraban encantados con haber sacado a la luz este arte en continua transformación. Los hay de variadas profesiones, que desde luego no tienen que ver con la naturaleza a priori, aunque en otros casos sí, los hay que están en paro y así aprovechan el tiempo con algo que se ha convertido en una faceta más de su vida. Hay quien como Antonio, que por profesión (piloto) viaja a Japón con frecuencia y tiene la posibilidad de 'beber' de quienes más saben en esto del arte del bonsai, pero ante todo lo que hay es mucho de «autodidacta». Y es que no tienen miedo en reconocer que para llegar a donde están hoy «hemos matado muchos árboles y arbustos».Lo que hay hoy son ejemplares imponentes: una de las más bellos era un majestuoso boj, o un tejo, o un sauce, o un avellano, todo es posible. por supuesto los pinos también se dejan hacer. 

Tampoco son tan delicados como puedan parecer y de hecho deben estar al aire libre como árboles que son: « hay quien los mata por haberlos metido dentro de casa con la calefacción, o por exceso de riego o por... Claro que en ocasiones hay que protegerlos si vienen heladas muy seguidas». Nos cuenta Ursino que a él efectivamente se le heló una encina precisamente por no protegerla pero en general su hábitat es el aire libre. De hecho en uno de sus ejemplares ha localizado hasta una trufa en el sustrato sobre el que se asienta.También hay quien recuerda que uno de los bonsais que este sábado exhibía lo recogió y empezó a dar forma cuando ya medía tres metros. Hay que podar, tutorizar ramas, pero dan para mucho es al fin y al cabo como«una obra de arte que está viva». Destacaba  también allí un espino al que le ha 'pulido' de tal forma que ha conseguido que luzca como un viejecito, con surcos en su tronco, con cicatrices de vida, con la belleza del paso de los años. En definitiva lograron lo que querían, despertar el interés y es posible que crear afición. Una afición que como decíamos tiene mucho de arte porque sólo el 10% es el árbol o arbusto; el resto, el 90% es arte, arte en continua transformación. «Normalmente todos empezamos después de ver una exposición o ver un sitio donde haya bonsais y dices yo quiero tener uno», sentencian, así que es posible que este sábado sembraran una semilla en este sentido.

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