LLEVA casi 60 años en el mismo local de la calle San Pedro Bautista, un lugar de paso frente a la rotonda de la avenida de Madrid, así que si vive en Ávila seguro que habrá visto sus llamativas ofertas en el escaparate. Si se ha asomado al interior habrá visto la variedad y la calidad de su género, y si lo ha probado seguro que repite porque la carne autóctona no defrauda. Hablamos de Hijo de Felipe Gutiérrez, la carnicería que echó a andar en 1965 de la mano de quien le da nombre y que, tras su fallecimiento, quedó en manos de su viuda, Germana Hernández, y sus hijos. Hoy es uno de ellos, Fernando Gutiérrez, quien se encarga de un negocio que ha mantenido la esencia del original, con las lógicas adaptaciones a los nuevos tiempos, lo que pasa por seguir confiando en la carne de la provincia de Ávila. «Tengo dos proveedores que matan la carne aquí y lo que más nos caracteriza es la ternera y el cabrito, que es de la zona de Candeleda y lo trabajo todo el año», nos cuenta entre cliente y cliente.
Su oferta diaria, eso sí, va mucho más allá e incluye todo tipo de carnes y embutidos y jamones de la provincia, así como productos elaborados, como los cachopos, las carnes rellenas y los adobos, además de picadillo y salchichas «con las recetas de toda la vida». En el establecimiento también venden otros productos de la provincia como quesos, legumbres, miel o conservas, además de pan de pueblo.
Fernando Gutiérrez llegó al negocio familiar muy pronto, con apenas 17 años, y ya lleva 33 años detrás del mostrador. «Yo de pequeño hacía los pinitos con mi padre porque me gustaba y por las tardes, sobre todo del fin de semana, íbamos a ver ganado por los pueblos; la verdad es que siempre me ha tirado el tema de la carne», cuenta sobre su vocación y sobre una profesión que también incluye una faceta en la que se siente «a gusto», la atención al público.
La trayectoria del negocio se deja notar en la clientela, en la que hay «gente muy mayor, de 80 y casi 90 años, que sigue viniendo». La calidad y el buen trato son sus señas de identidad, junto con un precio ajustado. «Intento poner ofertas para atraer a la gente, no se busca solo ganar más, sino llamar la atención y mover el producto; que esté siempre fresco es fundamental, se trata de que la carne no se estanque», apunta sobre el valor añadido de la carnicería, junto al de apostar por la carne de Ávila, con su etiqueta correspondiente.
Otro de sus puntos fuertes es su ubicación, junto a la avenida de Madrid y cerca de San Antonio, un lugar de paso en el que dar servicio a clientes de la zona pero también de fuera. «Trabajo con la hostelería y los propios hosteleros me recomiendan si les preguntan, por ejemplo, por un sitio para comprar chuletón», algo que sucedió esta misma semana con un grupo de peruanos. También cuenta con clientela de Madrid y de otros sitios que hacen pedidos. «No es el grueso del negocio pero de vez en cuando llaman, eso significa que la gente ha probado la carne y le ha gustado, la verdad que tenemos mucha aceptación», remarca.