La Encarnación revive la toma del hábito de La Santa

M.M.G.
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Decenas de personas acompañan a la familia carmelita en una de sus fiestas más especiales del año

La Encarnación revive la toma del hábito de La Santa - Foto: Gonzalo González de Vega

La familia carmelita del Monasterio de La Encarnación de Ávila vivía este domingo 3 de noviembre uno de sus días más especiales: la Fiesta de la Toma de Hábito de Santa Teresa.

Decenas de abulenses quisieron acompañar a las religiosas de clausura en una ceremonia en la que se recrea la toma del hábito de La Santa en ese mismo espacio y con los mismos detalles y ceremonia de entonces. La misma procesión, las mismas rúbricas, misa, sermón, padrinos... Todo recordaba este domingo a aquel especial momento para Teresa de Ahumanda.

La misa solemne, presidida como en años anteriores por el padre David Jiménez Herrero, rector de la Basílica de la Santa, incluyó, como es tradición, la recreación por parte de las hermanas de la toma del hábito. Tras la reja desde la que habitualmente asisten a las ceremonias, las carmelitas recordaron a Santa Teresa en una celebración que arrancó después de la canonización de Santa Teresa, el 12 de marzo de 1622. Fue entonces cuando las carmelitas introdujeron la fiesta en recuerdo a aquel momento, que fue el día 2 de noviembre, pero que por la conmemoración de los Santos Difuntos se celebra un día después, el 3.

La Encarnación revive la toma del hábito de La Santa
La Encarnación revive la toma del hábito de La Santa - Foto: Gonzalo González de Vega

Gracias a una relación fidedigna de la época, recogida por la insigne cronista del monasterio, María Pinel,  se puede reconstruir esta ceremonia. «La noche de las Ánimas, con cruz y ciriales, todas las religiosas con capas blancas y velas encendidas llevan una imagen la Santa entre las dos preladas, cantando lo mismo que cuando se recibe a una religiosa;y se lleva en procesión hasta ponerla en el altar entre sus dos patrinos, mi Señora de la Clemencia y mi Padre San José. Luengo entona la prelada el Te Deum laudamus en hacimiento de gracias, y, acabado, se canta la antífona de Veni Sponsa Christi con oración de la Santa. ANtes de empezar, propone la prelada la propina que se ha de pedir conforme ocurren las necesidades de la Iglesia y del Reino, y las que han encomendado los bienechores. Y cada religiosa guarda sus peticiones para aquel día. Y, en tanto se canta el Te Deum Laudamus, sube cada uno por su antigüedad a abrazarla y pedirla su propina, y despés de acabado el canto, se están tocando los instrumentos hasta que acaba la última de llegar. La ternura, el consuelo, las lágrimas de aquel acto no es fácil referirlo, porque llueve Dios consuelos en aquella hora y el corazón más frío se abrasa;los parabienes, los abrazos que las religiosas unas a otras se dan, celebrando su dicha, son innumerables. Hánse visto prodigios de la petición de aquel día, que, habiendo experimentado algunos el reverendísimo padre Fray Esteban de San José general dos veces, solía decir:Esta es la fe que muda los monte».