En pleno centro de Madrid, en el distrito de Ciudad Lineal, muy cerca del Cementerio de La Almudena, hay un rincón muy candeledano. Se trata de la Cervecería El Mirador de Candeleda, uno de los restaurantes más frecuentados de este barrio y de los mejor valorados de la capital del país. Hilario Guzmán y su mujer Rosario Garro, ambos candeledanos que como otros muchos de su generación emigraron a la capital, abrieron este restaurante en 1983. En esta zona de Madrid se establecieron porque ya había familiares y paisanos que antes que ellos se habían instalado allí. Los primeros años en Madrid, recuerda su hijo Miguel Ángel, Hilario trabajó repartiendo bombonas de butano pero una lesión en la espalda le hizo dejar ese trabajo. Coincidió que el dueño del bar que había en el número 5 de la calle Fernando Gabriel lo traspasaba y así fue como esta pareja de candeledanos se quedó al frente de un local al que pusieron de nombre, en homenaje a su añorado pueblo, El Mirador de Candeleda.
Cuenta Miguel Ángel, el actual propietario, que su madre siempre tuvo muy buena mano con la cocina. «Estuvo estudiando en el seminario de Arenas y allí aprendió a cocinar muy bien», reconoce su hijo al hablar de unas dotes culinarias que pronto fueron corriendo de boca en boca por el barrio y que hizo que El Mirador de Candeleda pronto se llenara de clientes. A la buena mano de su madre con la cocina se sumó, reconoce Miguel Ángel con evidente emoción, el carácter «sociable» de su padre, que falleció de forma prematura en el año 1991. «Mi padre era una persona maravillosa todavía a día de hoy la gente le recuerda», confiesa quien en el año de la pandemia, y tras jubilarse su madre, se hizo frente en solitario de este restaurante que frecuentan vecinos de la zona pero también futbolistas, cantantes o presentadores de televisión. Habla, por ejemplo, de los hermanos Muñoz, integrantes del grupo Estopa; de Camela o de astros del balón como Figo o Roberto Carlos, entre otros. Pero también de profesionales de la televisión que en no pocas ocasiones eligen este rincón de Candeleda en Madrid como lugar de reunión. A la fama de este negocio también ha contribuido el haber ganado durante sus cinco ediciones el concurso de Tapas de Ciudad Lineal, apunta su orgulloso dueño.
Los guiños a Candeleda en este restaurante son muchísimos, desde un cuadro con la imagen de la Virgen de Chilla, hasta la cabra en lo alto del pico Almanzor que sirve de logotipo para este negocio hostelero. También en la carta se incluyen muchas referencias a la cocina tradicional de la provincia de Ávila que popularizó Rosario, como las patatas revolconas, los callos al estilo Candeleda, los torreznos, el cabrito o la carne de Ávila que Miguel Ángel adquiere directamente a ganaderos abulenses. Una cocina tradicional que convive con propuestas más contemporáneas teniendo en cuenta que Miguel Ángel, el propietario, es licenciado en la Escuela de Hostelería de Casa de Campo y en la prestigiosa de Le Cordon Bleu.
Un rincón candeledano en MadridLa terraza climatizada de este restaurante se ha convertido en una de las más demandadas de Madrid, tanto que conseguir mesa en este local no es sencillo, especialmente los fines de semana. «Hay que reservar con tiempo porque tenemos mucha demanda», reconoce Miguel Ángel que adelanta que después de las navidades el restaurante cerrará durante dos meses por obras.
«Si llevamos tanto tiempo dando servicio a la clientela es porque ésta confía en nosotros y en todo lo que tenemos para ofrecer», asegura Miguel Ángel orgulloso del legado de sus padres, candeledanos que pese a irse muy jóvenes a Madrid nunca olvidaron su tierra. De hecho, cuenta su hijo, en aquellos primeros años sus padres y otros familiares que ya vivían por Madrid tenían costumbre de hacer la ronda con la botella y el almirez en época navideña, continuando con una tradición muy arraigada en su pueblo. «Nos sentimos embajadores de Candeleda en Madrid», asegura el propietario de este restaurante que se ha convertido en lugar de encuentro en la capital del país de muchos abulenses y en especial de candeledanos y arenenses.