Estoy absolutamente devastada emocionalmente». Esa es la respuesta de María, una abulense que vive desde hace años en Torrent, una de las localidades afectadas por las inundaciones provocadas por la DANA, cuando se le pregunta cómo se encuentra. Y lo dice consciente de que «nosotros somos afortunados» pero sin poder contener la emoción al contar toda la desolación y el dolor que más de una semana después se vive en la zona. «Veo a mucha gente cercana sufriendo muchísimo», cuenta esta abulense sin poder contener las lágrimas. Habla, por ejemplo, de la familia de Izan y Rubén, los pequeños de 3 y 5 años a los que el agua se llevó mientras estaban con su padre en su casa de Torrent, tras arrancar de cuajo una de las paredes la tromba. Este es el caso más dramático de cuantos le tocan de cerca a esta familia de abulenses y es que los pequeños, que a día de hoy aún siguen desaparecidos, son primos del novio de una de sus hijas. Por eso, desde el primer momento, y cuando aún los medios no se había hecho eco de uno de los casos más dramáticos de esta catástrofe, María y su familia no dudaron en participar en las batidas que de forma improvisada amigos y familiares de los papás de Izán y Rubén organizaron los primeros días para buscar a los niños. «Es muy complicado», reconoce esta abulense al hablar de esa búsqueda que los voluntarios realizan con palos que clavan en las montañas de lodo que lo ocupan todo.
Además de en estas batidas de búsqueda, que de momento son infructuosas, María y su familia también se han implicado de forma activa, como han hecho familiares y amigos de los niños, en una campaña de donativos que busca que los papás de estos pequeños puedan tener recursos económicos con los que dentro de lo posible empezar de nuevo, si es que eso es posible. Y es que ellos, explica María, «lo han perdido todo», no solo a sus dos únicos hijos, sino también su casa, que ha quedado completamente destrozada, eso sin contar con que el padre, que estuvo horas agarrado a una rama, se encuentra aún en el hospital. Para ofrecer una ayuda que sin duda no es la que los padres ahora más necesitan, porque su prioridad en estos momentos es encontrar a los niños, se ha creado una campaña en Gofundme que destinará todo lo que se recaude a esta familia.
«Es muy complicado volver al día a día», reconoce esta abulense que sin embargo insiste en lo afortunados que han sido ella, su marido y sus hijas a los que la DANA no les afectó puesto que su casa está en el alto del municipio y cuando ocurrió la tragedia todos estaban ya en casa. No ocurrió lo mismo, cuenta, con la familia del novio de su otra hija, cuya familia vivía en la zona del barranco de Torrent y que «lo ha perdido todo».
«Estamos viendo el horror continuamente» «Estamos viendo el horror continuamente», reconoce esta abulense que trabaja además en una mutua de accidentes cuya oficina atiende algunos de los pueblos más afectados por la catástrofe como Benetuser, Catarroja o Paiporta. «Estamos desbordados», cuenta refiriéndose no solo a los expedientes de fallecidos o heridos por la DANA que ella atiende sino también a la «desesperación» de la gente que no puede esperar a que se articule la ayuda especial de cese para negocios. «No damos a basto, es terrible porque la gente está muy necesitada», reconoce quien insiste una vez más en lo afortunado de su situación.
Y si algo saca de positivo de todo lo ocurrido, reconoce María, es la «generosidad» que está demostrando la sociedad, especialmente los jóvenes a los que tantas veces se demoniza. Pone como ejemplo a sus hijas y al resto de sus compañeros y amigos que desde el primer momento no dudaron en salir a las calles para echar una mano a los afectados. «La gente joven está a muerte con esto», reconoce al hablar de una generación que está dando ejemplo de una grandeza de corazón que está demostrando la sociedad en su conjunto. «Todo el que puede está ayudando, como sea», insiste esta abulense que pone como ejemplo el grupo creado entre sus vecinos para aportar dinero y hacer bocadillos para los voluntarios.
«Aquí falta aún mucho por hacer para volver a la normalidad», asegura María que a nivel emocional, y pese a no haber sufrido directamente sus consecuencias, compara lo ocurrido en Valencia con la pandemia de Covid. «Está siendo muy duro», dice sin contener la emoción