Después de nueve años de obras y tras una inversión de 377.000 euros, financiados en una tercera parte por fondos municipales y el resto por ayudas europeas y regionales, el Museo Etnográfico de Candelada abrirá sus puertas el miércoles con el objetivo de convertirse en «un importante contenedor cultural».
El museo, ubicado en un inmueble de la calle Corredera que en otros tiempos albergó la escuela municipal o un dispensario antipalúdico, cuenta con dos plantas de 100 metros cuadrados cada una, que desde mañana mostrarán tres exposiciones diferentes con las que el Ayuntamiento de Candeleda espera atraer «no sólo a los candeledanos, sino tanto a público nacional como internacional».
El viaje que el Rey Alfonso XIII realizó al municipio en 1911 quedará reflejado en ‘Candeleda, una visita real’, una muestra compuesta por una decena de paneles informativos que tendrá carácter itinerante y que durante esta primavera se podrá ver en distintos puntos del país.
Los ‘Celtas en el Sur de Gredos’ protagonizarán otra de las muestras de este museo que la jornada del miércoles a las 11,00 horas abrirá sus puertas. Se trata, señaló José María Monforte, alcalde del municipio, de una exposición que se podrá visitar hasta finales de este año y en la que, entre otras piezas cedidas por el Museo Provincial de Ávila, se podrán contemplar cinco tumbas pertenecientes a la necrópolis del Arenal que sirven para explicar «cómo se enterraban y cómo vivían los habitantes de este importante poblado». Esta muestra se perfila como un complemento para visitar los yacimientos celtas que atesora este municipio que en breve podría sumar nuevos restos, ya que, adelantó el regidor, «a partir de junio la Universidad Autónoma de Madrid realizará nuevas prospecciones arqueológicas en un paraje próximo al santuario de la Virgen de Chilla».
Por último, la tercera muestra será permanente y tendrá carácter etnográfico y en ella se podrán ver piezas hasta ahora custodiadas por el consistorio, tales como un escudo municipal del siglo XVI, así como objetos cedidos por vecinos, como dos piedras de molino de la Edad de Hierro o un almirez de boticario.