El Nacimiento más tierno de todos

M.M.G.
-

Los más de cien alumnos del colegio abulense Sagrada Familia sacaron a los jardines de La Encarnación su Belén viviente, todo un espectáculo al que no le faltaron animales ni un Niño Jesús de apenas dos meses y animales

El Nacimiento más tierno de todos - Foto: Gonzalo González de Vega

Estamos seguros de que no exageramos ni un ápice si decimos que pocos Belenes resultan tan enternecedores como el que cada Navidad montan los niños y profesores del colegio Sagrada Familia de Ávila.

Y lo es porque en esta representación de la Natividad, los protagonistas son los más de cien alumnos del colegio: niños y niñas de entre cero y seis años que con sus sonrisas, ilusión y desparpajo recrean con emoción la escena del Nacimiento de Jesús, hace más de 2.000 años en Judea.

Este año, el sol quería sumarse también a la cita, regalando a los pequeños y a los cientos de personas que acudieron a contemplarlo temperaturas algo más agradables que las de las últimos días y, desde luego, más apropiadas para poder disfrutar con calma este precioso Belén.

Dando los últimos detalles, y justo antes de que las puertas de los jardines de La Encarnación (donde un años más quedaba instalado este viernes el Belén), nos encontramos a la hermana Ana María. «Lo llevamos montando desde el año 2018», recordaba la religiosa los orígenes de una iniciativa que ya es todo un clásico en la Navidad abulense y que regala cada año imágenes tan bonitas como las que acompañan estas líneas.

El centro del Belén, como no podía ser de otra manera, estaba protagonizado por la Sagrada Familia. Este año, el papel estelar se lo llevaba Santiago, un pequeño de apenas dos meses y medio que representaba con credibilidad absoluta al Niño Jesús. Cerca de él, sus padres 'históricos': la Virgen María (Claudia) ySan José (Francisco), acompañados de un revoltoso ángel (Marcos). Pero, también, sus padres reales (papás también de una pastorcita de dos años y medio) que vigilaban que su pequeño Niño Jesús estuviera bien en todo momento. «Ni siquiera es alumno aún del cole», sonreía la orgullosa madre del Niño Jesús.

Orgullosa como tantos otros padres, madres, abuelos y tíos que no dudaron en acercarse este viernes a La Encarnación para disfrutar de un Belén al que, por cierto, no le faltaba ni un detalle.

Empezando por la presencia de animales en el mismo: varios burros, conejos y gallinas daban más realismo si cabe a la representación, ya ejecutada de por si a la perfección por los pequeños.

Ataviados todos ellos con los ropajes propios de la época, los niños ocuparon sus puestos en la herrería, la carpintería, la alfarería o la cestería. Porque de nada faltaba en el Belén. Ni siquiera Herodes en su castillo, a cuya vera se encontraba un romano actualizando el censo; la escena de la Anunciación a la Virgen; los tres Reyes Magos; las clásicas lavanderas; o el inevitable molino, una maravilla construida, como el resto de edificaciones, con la ayuda de un padre del colegio.

«Este año hemos hecho dos casas nuevas», apuntaba a Diario de Ávila una de las profesoras que no quitaban ojo a los niños para que todo saliera a pedir de boca. Y que era la que explicaba también que para que todo saliera perfecto este viernes el trabajo comenzó hace casi dos meses.