Aunque nació y creció en Jaén Jesús Hernández Galán se considera abulense. De Ávila es, de hecho, su familia. Doctor Ingeniero de Montes, Jesús empezó a trabajar en 1999 como técnico de proyectos europeos en la Fundación Once, donde un año antes había realizado un máster. Al poco tiempo se convirtió en director adjunto de una de las compañías de la Fundación, en este caso de una cadena de ortopedias, siendo nombrado en 2003 director de Accesibilidad e Innovación de Fundación ONCE, responsabilidad que ha seguido ocupando hasta la actualidad. De hecho, a principios del pasado mes de octubre este abulense de corazón recibía el Premio Nacional de Innovación 2024 que otorga el Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades por su trayectoria profesional. Hernández Galán fue premiado por su «incuestionable liderazgo» entre los agentes de la innovación, el cambio y la transformación social y económica de España, según señaló entonces el departamento que dirige Diana Morant.
«Soy una persona bastante inquieta, con mucho interés por el crecimiento tanto personal como profesional y con una visión muy humanista de la ingeniería», reconoce Jesús Hernández al hablar de sí mismo y de una forma de ser que traslada a diario y desde hace años a su trabajo en la Fundación ONCE. «Nuestro propósito es mejorar la sociedad para que todos y cada uno de nosotros nos sintamos como uno más», asegura el director de Accesibilidad e Innovación de esta fundación donde en los últimos años y bajo su dirección se ha conseguido que la innovación contribuya extraordinariamente a mejorar la vida de las personas con discapacidad con el objetivo de «crear una situación inclusiva en la que independientemente de tus capacidades o discapacidad te sientas uno más».
«Cuando tuve el accidente en el año 1989 España era uno de los países menos accesibles de Europa», recuerda Hernández Galán un escenario que nada tiene que ver con el actual, como asegura al apuntar como entonces usuarios en silla de ruedas no contaban con aceras rebajadas y tenían que buscar las entradas de los garajes. Hace 30 años, sigue poniendo algunos ejemplos de lo poco que se había hecho aún en materia de accesibilidad, «los autobuses no tenían piso bajo o rampa como ahora y no había taxis accesibles». Sin embargo, asegura, tres décadas después «España es uno de los países más accesibles del mundo, el más accesible sin lugar a dudas de Europa y nuestras ciudades han incorporado la accesibilidad al entorno construido de una forma bastante transversal en el urbanismo, la administración pública o el transporte». Y aunque Jesús Hernández es consciente de que «todavía queda muchísimo trabajo por hacer y por avanzar» también afirma que «si lo comparamos con el resto de países la evolución que ha tenido España ha sido muy evidente gracias en mucha parte a la Fundación ONCE, asegura.
En los años 90, recuerda, la Fundación puso en marcha un convenio de colaboración con el Imserso para financiar eliminación de barreras arquitectónicas, urbanísticas y en el transporte. «Utilizando el Fondo Europeo de Desarrollo Regional dotamos a los ayuntamientos de financiación para incorporar accesibilidad tanto en las calles como en los edificios municipales y a través de ese convenio también se formó a técnicos municipales en materia de accesibilidad puesto que eran los encargados de redactar esos proyectos a financiar», explica Hernández para hablar de lo que fue «un salto tanto cualitativo como cuantitativo en la mejora de la accesibilidad que no solo se llevó a la eliminación de barreras sino a la formación, y el aprender haciendo, que tuvieron los técnicos municipales para poder solicitar esa subvención». Ese proyecto, asegura, «puede ser la colaboración público privada más importante del mundo en materia de accesibilidad y fue gracias a esa cooperación entre Fundación ONCE e Imserso».
«A partir del año 2000 la Fundación ONCE también comenzó a trabajar en accesibilidad en tecnología porque veíamos que la tecnología nacía con muchísimas barreras», sigue explicando del director de Accesibilidad e Innovación de Fundación ONCE algunos de los proyectos que han ayudado, por ejemplo, a que las personas ciegas pudieran utilizar teléfonos móviles teniendo en cuenta que la aparición de las pantalla táctiles y sin botonera «excluía por completo» a este colectivo. «Ahora mismo estamos teniendo muchos problemas, por ejemplo, con las encimeras de las cocinas o con muchos electrodomésticos que no tienen ninguna superficie en relieve que permita a las personas ciegas detectar la botonera», pone otro ejemplo Hernández Galán de los proyectos en lo que su equipo trabaja para salvar esos obstáculos que encuentran en su día a día las personas con discapacidad.
«Estamos utilizando las tecnologías disruptivas para resolver problemas de accesibilidad», dice refiriéndose a herramientas como la inteligencia artificial o la inteligencia artificial generativa, que la Fundación ONCE utiliza «para potenciar las capacidades del ser humano». También la robótica asistencial es otro ámbito que Hernández Galán y los suyos han empleado a la hora de desarrollar proyectos de acompañamiento que permiten orientar a las personas con discapacidad visual o a personas mayores por grandes superficies tales como estaciones de tren, aeropuertos u hospitales de modo que puedan localizar su guía, la puerta de embarque o el lugar al que quieren ir. «Eso lo estamos desarrollando con nuestros equipos de I+D», apunta este abulense que reconoce que el punto más complicado dentro de este proceso es el de transferencia tecnológica al mercado. «Es uno de los problemas con los que nos solemos encontrar, el cómo transferir los resultados de innovación para que puedan ser utilizados por cualquier persona», reconoce.
En relación a Ávila, no olvida Hernández Galán que la ciudad ganó hace quince años el primer premio europeo de Accesibilidad (Access City Award), galardones de los que desde su constitución Jesús Hernández ha sido miembro del jurado. «He visto como las ciudades españolas han ido evolucionando en materia de accesibilidad en estos años», apunta el director de Accesibilidad e Innovación de la Fundación ONCE que reconoce que «el hecho de que Ávila, una ciudad con las dificultades que tenía hace quince años, patrimonio de la Humanidad, desarrollara una solución que respetara el patrimonio pero que permitiera a todos los visitantes subir al adarve de la Muralla fue un proyecto que ha tenido un efecto demostrador a nivel internacional».
¿Qué es lo primero que le viene a la cabeza sobre Ávila?
Me viene a la cabeza descanso, familia y también tranquilidad. Y me viene a la cabeza frío, atmosférico, pero calor humano.
¿Qué es lo que más le gusta de Ávila?
Pasear. El centro histórico me encanta. Y también las Yemas de Ávila y las patatas revolconas.
¿Y lo que menos?
Las cuestas, el frío y los adoquines.
Un lugar en el que se perdería
El Parque del Soto.
Un recuerdo de su infancia
Los veranos en Mediana de Voltoya con mis primos, cuando íbamos a ver a mis abuelos.
Un personaje o persona abulense que le haya marcado
El doctor Jesús Galán, que era hermano de mi abuelo, y Santa Teresa.
El mayor cambio que necesita Ávila es…
Atraer industria y tejido económico.
Y tiene que mantener…
Sus paisajes urbanos, su patrimonio.
¿Cómo ve la ciudad en el futuro?
La veo creciendo, mejorando, poblando los barrios menos poblados y, sobre todo, siendo cada vez más accesible, que ya lo es.
¿Qué puede aportar a Ávila?
Ya he aportado mucho en accesibilidad y puedo seguir trabajando por aportar accesibilidad e inclusión. La ciudad de Ávila ha mostrado interés en el apoyo que podía ofrecer la Fundación ONCE y hemos trabajado conjuntamente para hacer realidad esa accesibilidad.