Donald Trump vuelve con ganas. A las primeras de cambio, cuando apenas había tomado posesión y firmaba ya con fanática energía sus primeros decretos, ha encendido las alarmas con un desliz diplomático que ha puesto a España en el centro de la polémica.
El enésimo desacierto del magnate ha pasado mientras criticaba el bajo gasto en defensa de algunos países miembros de la OTAN, apuntando a España para afirmar que formaba parte de los llamados BRICS, un bloque integrado por Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica.
Trump destacó, concretamente, que España no alcanzaba un compromiso suficiente en gasto militar, añadiendo que «si los BRICS quieren hacer eso, está bien, pero les pondremos un arancel del 100% a los negocios que hagan». Y se quedó tan ancho.
Ni la aclaración de un periodista sobre la verdadera composición del grupo BRICS sacó a Trump de su error, reiterando su postura y manteniendo la amenaza arancelaria para dejar en el aire nada más que confusión sobre el papel de España.
El fallo no tardó ni medio segundo en generar reacciones en el ámbito político español. El ministro de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación, José Manuel Albares, recordó ayer que España está comprometida a alcanzar el 2% del PIB en gasto militar para 2029, en línea con los acuerdos establecidos en la OTAN. Albares subrayó que, aunque con un gasto militar bajo, el país cumple con sus obligaciones y que este esfuerzo responde a un compromiso colectivo entre los aliados.
Por su parte, Pilar Alegría, portavoz del Ejecutivo, enfatizó en el hecho de que España no es un país emergente, restando importancia a la confusión, o no, del mandatario estadounidense.
El episodio se suma a la larga lista de controversias de Trump, cuyo regreso a la presidencia está marcado por una serie de medidas radicales que buscan desmantelar el legado de Joe Biden en cuestiones como la inmigración, el comercio internacional y las políticas de diversidad.
Más allá del desacierto, el incidente pone en evidencia la necesidad de un mayor rigor por parte de los líderes mundiales al abordar temas de política internacional. Los errores de esta magnitud, y más en boca de quien viene, generan incertidumbre en el escenario geopolítico. La confusión de Trump sobre España y los BRICS es un recordatorio de que, en la diplomacia, las palabras no pueden usarse a la ligera. Eso sí, también desvelan la política proteccionista que piensa aplicar de cara a reforzar su papel predominante en la economía global. Más que un aviso a navegantes.