"Quien viva en un pueblo y se aburra es porque quiere"

Sergio Jiménez
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Patricia, su pareja Ángel y sus tres hijos viven desde hace casi un año en El Barco de Ávila, donde regentan una heladería-pizzería. En septiembre de 2023 decidieron abandonar San Sebastián para instalarse en el medio rural abulense

"Quien viva en un pueblo y se aburra es porque quiere"

U n cambio de vida. Eso es lo que busca la gente que decide abandonar su rutina diaria en una gran ciudad (o ciudad, a secas) para comenzar un nuevo periodo más cerca de la naturaleza. Precisamente esto es lo que ofrece la plataforma 'Volver al Pueblo', impulsada por la Confederación de Centros de Desarrollo Rural (Coceder), que actúa como un nexo de unión entre aquellas personas o familias que quieren cambiar su vida en la ciudad por otra diferente en el medio rural.

Patricia es una usuaria de este proyecto que, junto a Ángel, su pareja, decidieron inscribirse en su página web para dejar atrás San Sebastián, la ciudad donde vivían hasta septiembre de 2023. «Nosotros teníamos un negocio en San Sebastián y comenzamos a notar que los precios de todos los productos se comenzaron a incrementar de manera desorbitada. El negocio solo nos daba para cubrir los gastos de nuestro modo de vida», recuerda. Además, el hecho de tener tres hijos pequeños (de 5, 4 y 2 años) llevaron a la pareja a replantearse su futuro: «Un día nos pusimos a pensar qué tipo de vida queríamos darle a nuestros hijos. Es cierto que en San Sebastián teníamos todo al alcance de la mano, pero ni nosotros ni nuestros hijos vivíamos cómodos».

Fue entonces cuando se pusieron a bucear por Internet y dieron con la plataforma 'Volver al Pueblo'. De entre todas las posibilidades que les ofertaba el proyecto (30 comarcas de 19 provincias de diez comunidades autónomas) se centraron en la única de Ávila, la comarca Barco-Piedrahíta-Alto Gredos, por recomendación de varios conocidos. «Algunos clientes que tenían el pueblo en esta zona nos animaron a conocerla antes de decidir si nos mudábamos o no», comenta Patricia. Se pusieron en contacto con el Centro de Desarrollo Rural (CDR) Almanzor de El Barco de Ávila donde las dos responsables del proyecto, Patricia y Raquel, les dieron todas las facilidades para comenzar una nueva etapa. «Desde el primer momento nos acompañaron en todo. Nos ayudaron a buscar una vivienda y también un local donde continuar con nuestra actividad», afirma.

Patricia y Ángel regentan la heladería-pizzería Chocomilk, la primera en la historia del municipio barcense, ubicada muy cerca de la Puerta del Ahorcado, una de las antiguas entradas al recinto amurallado. Quizás un comercio muy arriesgado para abrir en una zona tan rural como esta, pero, para alegría de ambos, tuvo una muy buena acogida. «Al principio teníamos la incertidumbre de cómo iba a funcionar una heladería-pizzería en una zona rural. Porque, por lo general, la gente mayor no consume este servicio. Sin embargo, estábamos totalmente equivocados. De hecho, fue la gente mayor quien mejor nos acogió y hasta algunos se animaron a probar las pizzas por primera vez», confiesa Patricia. Esta pareja han supuesto un soplo de aire y frescura para una localidad que está recibiendo nuevos repobladores.

Patricia confirma el titular que dice que la provincia de Ávila es la que más familias ha asentado en el medio rural en Castilla y León (a nivel nacional está a la par de Asturias y Ourense). «En el tiempo que llevamos aquí hemos conocido a cinco familias que se han instalado en el pueblo igual que nosotros», declara. Y todas tienen el mismo perfil: familias jóvenes con niños pequeños. Una noticia muy buena de cara al futuro, ya que da motivos para pensar en un devenir esperanzador y próspero. 

Con esa visión, el CDR Almanzor creó en el año 2003 el proyecto Ludoteca para fomentar un servicio de atención educativa en horario de tarde para ayudar a los hogares a conciliar la vida familiar y laboral. Una especie de actividades extraescolares para niños y niñas con edades comprendidas entre los 3 y los 10 años que se desarrollan a lo largo del curso escolar. Además, para el periodo de vacaciones de verano como en el que nos encontramos, también ofrece la opción de las Ludotecas de Verano, que cuentan con un servicio de lunes a viernes en horario de mañana, para facilitar el cuidado de los hijos durante esta época estival. Una iniciativa a la que están apuntados los tres vástagos de Patricia y Ángel. «Los niños están muy contentos. Es algo que en las grandes ciudades no hay y que nosotros agradecemos mucho que haya aquí», afirma Patricia.

Con todo lo expuesto, esta pareja está encantada con el cambio de rumbo que tomaron con sus vidas y las de sus pequeños. «Notamos un cambio a mejor, porque aquí la gente nos conoce, el trato es muy cercano. Vas paseando por la calle y la gente te saluda por tu nombre. Es algo que no habíamos experimentado antes. En San Sebastián éramos un número. Nos sentimos parte de la gran familia que son en El Barco de Ávila», confiesa. En realidad, su nueva vida no dista demasiado de la que llevaban en su anterior hogar (trabajar, ir al parque con los niños, ir a buscarlos al colegio), solo que ahora la viven con mucha más tranquilidad y satisfacción. No obstante, el medio rural les ofrece unos atractivos que no tenían antes, como disfrutar de las múltiples rutas de senderismo que hay en Gredos. Eso sí, también confiesa que, de vez en cuando, tienen mono de ciudad. Para ello han encontrado una solución acorde a sus necesidades. «Solemos ir mucho a Ávila o Salamanca y es allí donde los niños y nosotros reconectamos con los centros comerciales, el cine,... La vida más urbana, en definitiva», comenta.

Quizás lo que más echen falta de su antigua vida, al menos Patricia, sea a su familia, que quedó toda en San Sebastián. «Al principio sí echaba de menos a mis padres. Mi marido no tanto, porque su familia es de Ecuador y él lleva mucho tiempo alejado de ellos. Pero, por suerte, enseguida conectamos tanto con una familia de un pueblo de aquí al lado (Santibáñez de Béjar) que nos han adoptado ya como parte de su familia», dice Patricia. La confianza ha sido tal que la mujer es la madrina de la hija pequeña de Patricia y Ángel. Esta pareja ha encontrado una nueva familia que les ayuda en todo: «Están para cualquier cosa que necesitamos, vienen a nuestra casa a comer, vamos nosotros a la suya,... Tenemos una nueva familia».

Pero la antigua, obviamente, también está muy presente. Es cierto que aún no han vuelto al País Vasco para visitar a sus familiares. Su ajetreado año en Ávila (mudanza, apertura del negocio, adaptación) todavía no se lo ha permitido. A cambio, los padres de Patricia ya se han presentado seis o siete veces en El Barco de Ávila con su autocaravana. «Se la compraron para poder venir más de continuo y, según ellos, para no molestarnos y que no se tuvieran que quedar en nuestra casa», explica Patricia. Para ellos probablemente fuera un disgusto el hecho de que su hija, su yerno y, sobre todo, sus nietos se marcharan a vivir tan lejos de ellos. Pero pasado el tiempo, comprenden su decisión y la apoyan. «Para mis padres, el bienestar de los niños es lo más importante. Cuando vienen y les cuentan batallitas sobre lo que han hecho en el colegio, que han visto vacas, caballos o conejos, se sienten muy contentos», afirma.

Patricia desmiente el mito que dice que la vida en el campo es muy aburrida. «Aquí se aburre quien quiere, porque hay muchas cosas para hacer y para ver», sentencia. Rompe una lanza a favor de la enorme cantidad de actividades destinadas a los menores que no existen en las grandes ciudades, muchas de ellas organizadas para los meses de verano. Y cuando llega el invierno, y a pesar de que el pueblo se vacía considerablemente, tampoco se aburren. «En invierno se fomentan otras cosas. Como aquí nieva con mucha frecuencia aprovechamos para ver las cascadas heladas, vemos a los animales comportarse de otro modo,... Siempre hay algún entretenimiento. Y también tenemos más tiempo para disfrutar de lo nuestro», zanja Patricia. Por tanto, no se arrepiente de la decisión que tomó junto a Ángel y que les ha llevado a tener una nueva vida. Una medida cada vez más habitual que está permitiendo revitalizar la mal llamada España Vaciada.