Este va a ser un verano que difícilmente olvidarán aquellos que están viviendo en primera persona la Jornada Mundial de la Juventud. El encuentro con el Papa Francisco, del que están disfrutando 200 jóvenes de la mano de la Diócesis de Ávila, está regalando a estos días únicos, de esos que, percibimos al hablar con ellos, quedarán grabados a fuego en sus corazones para el resto de sus días.
Porque incluso a través de la línea telefónica puede notarse en sus voces la emoción con la que están viviendo unas jornadas que para ellos comenzaron hace más de una semana, con su viaje a Madeira, donde disfrutaron de los días previos al encuentro conel Pontífice.
Nos lo cuenta, por ejemplo, Beltrán Bengoechea. Él tiene, además, la suerte de estar disfrutando de estos días con dos de sus hermanos «En Madeira estuvimos genial, estaba todo muy bien organizado, y nos entendíamos muy bien con ellos», recuerda Beltrán para Diario de Ávila, que como todos los demás se encuentra ya en Lisboa donde, por cierto, ha tenido la suerte de poder ver a Francisco de cerca. «Estamos muy emocionados, estoy que no me lo creo», nos dice y nosotros podemos imaginar el brillo de sus ojos al recordar ese primer contacto con el Papa, al que consiguieron ver después de horas de espera. «Y eso que nos dio la espalda», se ríe ahora al contarnos cómo el Papa Francisco pasó de esa manera cerca de ellos.
Pero, desde luego, eso no fue un problema ni para Beltrán ni para su grupo, que este viernes esperaba volver a verle en el VíaCrucis que iba a celebrar el Pontífice
Ese primer encuentro con el Papa y el concierto de Hakuna- el grupo de música que arrasa entre los jóvenes católicos y que nació, precisamente, tras la JMJ de Río de Janeiro- han sido de momento para Beltrán, los momentos más especiales de un viaje que, en lo práctico, le está dejando alucinado. «Ayer tuvimos que esperar una hora sólo para poder entrar a la estación de tren», nos explica para darnos a entender el volumen de gente (hay más de un millón de peregrinos en Lisboa) que se mueve estos días por la capital portuguesa.
«Nosotros tenemos mucha suerte. Estamos alojados en un colegio con buenos baños, con pocas personas en cada clase en la que dormimos, con enchufes...», nos 'chiva' otros aspectos de la parte menos espiritual de un viaje cuyo motor es sin duda, para todos los que participan, la fe.
Así nos lo transmite por su parte Nerea Hernández, otra de las jóvenes abulenses que estos días disfruta de la JMJ. «La experiencia está siendo gratificante, emocionante, impresionante...», se queda sin palabras Nerea, que tiene claro que vivir la JMJ la está «ayudando a acercarme a Dios mediante los demás, ya que todos tenemos algo en común; la fe que compartimos».
Nerea nos habla también de su paso por Madeira, y se remonta incluso un poquito más en el tiempo para contarnos cómo su parroquia empezó a vivir la JMJmeses antes de partir hacia ella, recaudando dinero para el viaje y «rezando mucho por todos nosotros para tener una experiencia inolvidable».
E inolvidable será para ella su primer encuentro con el Papa. «Sin duda fue el momento más emocionante», reconoce, «tanto su llegada como sus palabras». De éstas, Nerea se queda con frases como «Ustedes no están aquí por casualidad» o «El amor de Dios siempre sorprende».
Los sacerdotes. Al frente de todos estos jóvenes se encuentra el padre Nicolás Ruiz, coordinador de la Pastoral Juvenil.
Él también está viviendo estos días «con mucha intensidad» y «poniéndose en la situación de los jóvenes, que lo están viviendo con una alegría y unas sonrisas dignas de admiración».
Para él, la JMJ «es una experiencia humana y espiritual» única, que genera «un ambiente muy sano».
En lo estrictamente espiritual, el sacerdote se estremece al hablar de lo especial que es ver a tantos jóvenes «rezar, confesarse, encontrarse conDios, llorar...».
«Ves que hay muchos jóvenes en el mundo sedientos de Dios», plantea el padre Nicolás, que habla también de ese primer encuentro con el Papa, y que adelanta algunas de las citas más importantes que aún les esperan estos días. Como el encuentro ecuménico que iban a disfrutar este viernes por la tarde, con jóvenes de otras creencias; o como la vigilia de oración del sábado, en la que se espera la presencia de 1,5 millones de personas.«Será seguro una noche increíble. Es como el cielo en la tierra», se ilusiona el sacerdote de la diócesis abulense.
Y en Lisboa, aunque viviendo la JMJ de una manera algo distinta, también se encuentra el padre Jorge Zazo, vicario de Pastoral, que ha viajado a la capital lusa para trabajar en el departamento de Juventud de la Conferencia Episcopal.
Su misión allí pasa por acompañar a buena parte de los obispos españoles que, por supuesto, también han querido acudir a disfrutar de la experiencia.
«En mi grupo somos 71 personas, de las cuales unas 40 son obispos», nos cuenta Zazo, que nos explica también que los prelados, por el hecho de serlo, no tienen privilegio alguno respecto a los jóvenes. «Nosotros vemos al Papa como todo el mundo, en las celebraciones grandes, a distancia.Aquí los protagonistas absolutos son los jóvenes y los obispos están a su servicio», relata su experiencia el también párroco de San Pedro Bautista, que está disfrutando de su cuarta JMJ. «La primera la viví como joven, y las otras tres, ya como sacerdote», nos cuenta.
Zazo ha podido ver a muchos de los 200 chicos que han viajado a Lisboa con la diócesis. Les ve emocionados. «Y veo también a obispos muy empeñados en la evangelización de la juventud, y asombrados por el fervor y el cariño que están encontrando por parte de sus jóvenes. Están viendo que estos quieren a sus obispos», nos traslada algunas de las infinitas sensaciones que estos días acumulan en sus 'maletas' los que están teniendo la suerte de vivir la JMJ en primera persona.
«Está siendo una experiencia muy enriquecedora. Sobre todo por los temas elegidos por los jóvenes, que están en la línea del pontificado delPapa Francisco», prosigue hablando el sacerdote, que nos apunta esas tres líneas: la ecología humana integral, «en torno a la Encíclica Laudato Si»; la fraternidad universal; y la misericordia.
De las muchas estampas que Zazo está guardando en su memoria, se queda, por ejemplo, con la imagen de los cientos de banderas que componen «una pequeña ONU construida no en torno a ideas políticas, sino al hecho de sentirnos hermanos».