Cuenta Lara Fernández Peña que de pequeña siempre soñó con ser «periodista, maestra y mamá». Y lo cierto es que ha cumplido ese triple sueño. Con nota, de hecho. Porque esta joven abulense ha logrado conjugar esas tres facetas en su vida profesional y personal. De hecho, se define como divulgadora educativa tanto en sus redes (@lara_mamaestra) como en el libro que acaba de publicar, 'Enséñame a comunicar' (Saralejandría Ediciones) y que este sábado presenta a partir de las 12,00 horas en la Librería Letras.
Lara estudió periodismo en la Universidad Complutense y, con el paso de los años, pudo completar su formación estudiando Magisterio. Y fue precisamente en su TFG donde surgió el germen de un libro que, cuenta, busca ayudar a padres y maestros a potenciar la comunicación (oral, escrita y no verbal) de los pequeños. «Comunicar es como respirar y comer. Lo hacemos todos los días, a todas las horas», reflexiona Lara sobre la importancia de una materia a la que, lamenta (sobre todo cuando de niños se trata), no se le presta toda la atención que precisa.
Por eso quiso reunir en este libro consejos y herramientas para poner en práctica con los niños todas esas destrezas que, a la larga, les ayudarán a sentirse más cómodos a la hora de comunicar y hacerlo, además, de manera más correcta.
La 'colonización' del mundo de las pantallas en el universo infantil, lamenta Lara, está detrás de la pérdida gradual de esas destrezas. «Influye en niños y en adultos», puntualiza, y pone como ejemplo la escritura descuidada en los chats de whatsapp, con faltas de ortografía, con abreviaturas, errores de puntuación...
Aunque es verdad que su preocupación se centra en los niños. «Los que hacen abuso temprano de pantallas tienen problemas de concentración y de desarrollo del lenguaje», alerta la maestra, que recuerda que ese abuso se estaría llevando a cabo en una época en la que los pequeños están desarrollando sus habilidades comunicativas. «Hay herramientas sociales y emocionales que estamos perdiendo», recalca Lara, que tiene clara una cosa: «hay que preocuparse, sí, pero sobre todo, hay que ocuparse». Anima así a los padres a trabajar en este sentido con los niños. Y a que lo hagan, incluso, convirtiéndose «en salmones» que nadan contra la corriente en un mundo que fluye a favor de la tecnología.