La investigación universitaria: empleo y talento para Ávila

B.M
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Grupos de investigación de las universidades presenciales abulenses participan en, al menos, cerca de un centenar de proyectos nacionales e internacionales

La investigación universitaria: empleo y talento para Ávila - Foto: David Castro

beatriz mas / ávila

Enseñar a futuros profesionales es uno de los objetivos claros de la universidad pero existen otras áreas en las que también son esenciales y que a veces pasan más desapercibidas. Entre ellas está la investigación, que sirve para acercar a la realidad estos centros y también generar empleo y retener el talento. Y eso sin contar las importantes aportaciones que se hacen a la sociedad y que pueden ser muy valiosas en el presente y en el futuro.

Son muchos los ejemplos de investigación que hay en la universidad, en muchos casos de forma individual por diferentes profesores. Pero, si lo que se tiene en cuenta son  grupos de investigación en centros presenciales (y en Ávila los hay muy destacados) son, al menos, casi un centenar los proyectos que se están ejecutando en la actualidad, algunos de ellos de carácter local pero también nacionales, europeos e internacionales.

La investigación universitaria: empleo y talento para ÁvilaLa investigación universitaria: empleo y talento para Ávila - Foto: David GonzálezEntre estos grupos de investigación se encuentra el Tidop (Tecnologías de la Información para la Digitalización Inteligente de Objetos y Procesos) enclavado en la Escuela Politécnica Superior de Ávila, del campus abulense de la Universidad de Salamanca. Este grupo de investigación, según relata su director, el catedrático Diego González Aguilera, tiene casi 20 años de vida, desde que comenzó con pocos miembros hasta ahora cuando son  «más de 80 de diferentes campos como la ingeniería, física, química, estadística y la última incorporación ha sido una experta de salud mental». Comenzó con una clara vertiente hacia el patrimonio pero han ido ampliando horizontes y disciplinas a las geoespaciales, por lo que ahora se «abarca el segmento desde el espacio al suelo». Es decir, el grupo ha ido creciendo y a día de hoy tiene contenido geoespacial, energías renovables y materiales avanzados (impresión 3D, fabricación de aditivos, composites…).

Ese trabajo de más de 80 personas es un ejemplo de cómo la investigación ayuda a «generar empleo y retener en talento». «No siempre se consigue retener ese talento y cuando se van a la UCAV está bien porque se queda en Ávila pero también se van a otras comunidades, fuera de España o a empresas es talento que perdemos y es un coste negativo por lo que se ha invertido en formarles», explica González Aguilera. 

Aunque ha nacido y desarrollado en la Escuela Politécnica de Ávila, el grupo tiene ahora tres sedes, «la de Ávila se ha multiplicado y hay otras dos sedes en Albacete y Zamora (también USAL) con siete u ocho personas cada uno. Ávila sigue siendo la sede principal, pero también está en otros lugares porque son personas que vivían allí y establecen su proyecto de vida».

Ahora mismo el grupo está involucrado en unos 40 proyectos en paralelo, entre ellos ocho europeos y 20 nacionales y también otros con empresas. Y los que vendrán.

Explica González Aguilera que «la mitad es con financiación pública, con fondos de Europa, España, Castilla y León y locales (Diputación) y la otra mitad es privada con empresas que confían en nosotros porque tenemos cercanía al lenguaje de las empresas». En definitiva, porque hay transferencia de la tecnología.

Entre los hitos de este grupo está  la creación de la primera start-up (Itos 3D) o cuando se fundó la primera revista internacional de drones que ha tenido una larga travesía hasta el éxito que es hoy en día.

Otras evidencias de su trabajo son las patentes que el grupo tiene registradas, todo el trabajo de propiedad intelectual y software, «que en muchos casos se pone a disposición libre de la comunidad científica».

«La universidad está pensada para transferir conocimiento y como profesor es una obligación, pero también se nos exige investigación para revertir el conocimiento. Lo nuestro está muy aplicado y revierte en los alumnos que conocen de primera mano cuestiones tangibles. Trabajamos en proyectos que dan una perspectiva que revierte en la docencia y así debería funcionar todo, bajar a la tierra porque nos hace mejores como profesores», dice el director del grupo Tidop.

Sin salir de esta escuela se puede encontrar el Grupo de Investigación del Agua (IGA), dirigido por José Luis Molina González (también es director del Centro de Investigación y Desarrollo Tecnológico del Agua), que es el responsable de un grupo que comenzó su andadura a principios de 2020 por lo que resulta «muy llamativa la rapidez que hemos tenido para generar recursos. El grupo ha ido muy rápido». En este grupo están involucradas entre 10 y 15 personas que además lo hacen desde diferentes disciplinas como químicos, ambientólogos, economistas e incluso una enfermera, puesto que ahora se quiere cubrir la componente de agua y salud. Es «una línea muy importante», explica, porque «cada vez hay más estudios relacionados con la influencia de las condiciones hidroambientales en la salud mental», lo que puede resultar muy «rompedor», un buen adjetivo cuando se trata de investigación. En concreto, están diseñando una línea en la que se está trabajando en la relación entre las Danas, alteración de la calidad del agua y el medio físico por culpa de ellas, y salud mental.

En general, el grupo está involucrado actualmente entre 15 y 20 proyectos «desde la ingeniería pura a la ciencia pura» y donde se tratan importantes temas como potabilización, restauración de embalses degradados o inundabilidad.

El balance que hace de este grupo es «excelente» porque «se han conseguido cosas no imaginadas, hemos movido mucho», aunque también han tenido que afrontar problemas como la pandemia. Es decir, llevan cuatro años de trabajo pero con la pandemia por medio y aún así han conseguido ser «exitosos». Pero «el problema no es tanto llegar como mantenerse», reflexiona, y con ellos «se ha llegado a la consolidación del grupo», aunque también señala que «mantenerlo cuesta y ahí es donde la universidad y la sociedad tienen que ayudar». Y lo tienen que hace reduciendo docencia, fomentando la creación de plazas, favoreciendo la publicidad de grupos y reduciendo la burocracia.

Molina asegura que en su camino se ha encontrado a mucha gente que entiende a la universidad como docencia, y deber serlo, pero el problema que hay es que «no hay una especialización en las tres grandes dimensiones de la universidad», la docencia, la investigación y la gestión, y considera que tendría que haber plazas laborales de alto rango que «cubrieran las tres patas» porque «atender a todo es imposible». «La suerte en esta escuela es que, una de las razones por la que hemos llegado a catedráticos jóvenes, es que hemos tenido poca docencia, porque no se pueden hacer milagros». Esto quiere decir que han aprovechado la coyuntura de menos alumnado (aunque dice que ahora está habiendo un repunte «tremendo») para «dedicar muchas horas a publicar, dirigir tesis, pedir proyectos».

En definitiva, la «investigación es fundamental» porque «genera nuevas metodologías, recursos, negocio, conocimiento y, sobre todo, valor añadido». Y eso se ve en ingenierías clásicas donde ha habido «poca investigación porque había mucho negocio» y la gente hacía más consultoría en empresas o en la misma universidad pero «no una investigación pura, un desarrollo novedoso». Aún así, su apuesta clara es por la investigación porque además permite «ir por delante de la norma» y así canalizar por donde ir para afrontar «los retos que tenemos», llegando a la «realidad».

En la UCAV

Lo que se hace en la Politécnica es solo un ejemplo de lo que se lleva a cabo en los centros de la Universidad de Salamanca en Ávila. Pero no es la única universidad presencial donde se potencia la investigación, puesto que la Universidad Católica de Ávila tiene actualmente 33 proyectos activos, con 14 regionales, nacionales, europeos e internacionales más otros 19 contratos de I+D+i, que están en ejecución. Esto es posible gracias a que cuentan con 22 grupos de investigación y 15 cátedras, los proyectos de investigación y otros acuerdos y contratos junto con patentes, modelos de utilidad y registros de propiedad intelectual. 

José Antonio Calvo, vicerrector de investigación, ofrece una perspectiva de la importancia que tiene esta área en la universidad, asegurando que «supone una obligación, porque como universidad estamos obligados, tanto por nuestra estructura mental como por la sociedad, a seguir implementando proyectos y programas de investigación». Pero en su caso, no lo hacen porque estén obligados por la ley sino que ellos quieren seguir «proponiendo a la sociedad nuevos conocimientos, nuevo acceso al conocimiento en todos los campos en los que nos movemos». Y en segundo lugar la investigación «es donde nos estamos desarrollando. La universidad se desarrolla a medida que incorpora nuevas capacidades, nuevos conocimientos. Estamos ayudando a los alumnos a tener acceso a la información más puntera o más elaborada. Estamos creando nuestro propio contenido docente y contribuimos a que la sociedad sea mejor». A lo que no se renuncia, en ningún caso, es a la búsqueda de la excelencia y se trabaja con ilusión para que los investigadores tengan presencia en la comunidad científica regional, nacional e internacional y, también en los espacios públicos para la divulgación del conocimiento.  

En el caso de la UCAV hay una estructura con el Vicerrectorado de Investigación pero es verdad que cada profesor tiene asignadas «unas horas lectivas importantes, en torno a un 40 por ciento de su tiempo dedicado a la investigación» y por eso la propia universidad organiza ese tiempo y esa obligación con un equipo que ha ido creciendo estos últimos años.

Tiene seis grandes direcciones, y así se ve con la OTC, Oficina de Transferencia del Conocimiento, que es la parte la transferencia, es decir, «como desde la universidad va a la empresa, a la sociedad». Es como una «gran oficina» que gestiona todo lo que tiene que ver con los contratos.

Hay una segunda parte, que son los proyectos de investigación. Esto se ve con las distintas convocatorias nacionales, europeas e internacionales para las que la universidad presenta proyectos. Así, si se logra la financiación, los investigadores pueden hacer el desarrollo de esas ideas que se convierten en proyectos. A esto se une la estructura que se encarga de gestionar los proyectos una vez que se ganan y que se enfrenta a temas como la gestión de los fondos o de los productos intelectuales.

Se cuenta también con la Unidad de Gestión de la Investigación, que lo que hace básicamente es encargarse de algunos aspectos prácticos como las serie de estancias, los sexenios, las encuestas de investigación. 

La quinta parte es la cultura científica, entendida como la divulgación de la investigación, cómo la investigación llega a la sociedad y que se traduce en congresos, publicaciones, conferencias, monografías... Con ello se busca que la «ciencia sea accesible a la sociedad, que la sociedad conozca lo que hacemos», convirtiéndose en la parte más visual de todo este trabajo.  Y finalmente la sexta dirección es la Escuela de Doctorado, que se dedica a que los alumnos obtengan el doctorado.

Explica Calvo que se está produciendo un «florecimiento enorme» y así se está viviendo en los últimos años, dado que han «crecido mucho» en este tiempo. Antes, recuerda, se participaba en «algún proyecto, pero en este momento ha sido ya como una explosión de proyectos». Y es un camino al que ni se quiere ni se va a renunciar.