Editorial

Son ya demasiados años con Ávila fuera de la agenda del Gobierno

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Denunciaba el jueves el Partido Popular de Ávila, por boca de sus dos diputados nacionales (Patricia Rodríguez y Héctor Palencia), que la provincia de Ávila se encuentra «totalmente fuera de la agenda del Gobierno» de España, una crítica que nadie duda que es una triste realidad pero que, echando la vista atrás con la precisa visión crítica y también con la perspectiva que merece la reflexión, no es error o mala intención exclusiva de los actuales mandatarios, sino que es un problema enquistado que viene de muy lejos, que nos ha causado muy severos daños (algunos parece que ya irreversibles) y en el que hay que repartir culpas.

A uno de los dos grandes partidos políticos le corresponden parte de esas responsabilidades –que se han convertido en imprudencias muy lamentables para el futuro de la provincia de Ávila– por no haber hecho por esta tierra abulense todo lo que debían, y todo lo que nos merecíamos, cuando estaban en el poder, y al otro, y da igual el orden en el que les situemos, le corresponden esas culpas con igual justicia por criticar esa pasividad a toro pasado, que es cosa fácil, pero no saber o no querer solucionarla cuando les tocaba mandar, gastando la pólvora en salvas y esforzándose más por criticar cuando no pueden hacer nada que por ser realmente responsables cuando debían. 

No de otra manera que repartiéndose culpas por olvidarse de Ávila en los asuntos importantes de Estado –o por no saber comprometerse tan eficazmente como otros políticos hicieron para con otras provincias– se entiende el vergonzoso rosario de ignorancias y agravios comparativos que Ávila viene acumulando desde hace décadas, en las que PP y PSOE se han ido alternando en Moncola sin que ni uno ni otro hayan mirado hacia Ávila ni con generosidad ni con justicia: autopista eterna que perjudica a los abulenses a título particular y dificulta enormemente el desarrollo industrial, mientras que en el resto de España esas vías de pago sí se han revertido para ser autovías; negación de la Alta Velocidad, ya consolidada ad eternum tras llevarse el AVE Salamanca-Madrid por Medina del Campo en vez de traerlo por Ávila; servicio ferroviario nefasto que nos pone a un nivel similar al de hace muchas décadas; falta de ayudas a las empresas; proyectos prometidos e inalcanzables como el Museo del Prado... 

Las culpas que hay por tantos años dejando a Ávila «fuera de la agenda» del Gobierno nacional de turno, que no son pocas, son compartidas. Es injusto que cuando toca estar fuera del poder se hagan muchas y muy lógicas críticas, que nadie duda de que son ciertas, pero que cuando es el turno de mandar se olvide tanta reivindicación. Así, mirando la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio cada vez que toca cambio, no vamos a ningún sitio en positivo.