El más joven apenas tiene 14 años y los mayores rozan la veintena. Todos ellos podrían haber dedicado sus primeros días de vacaciones escolares y universitarias a descansar en casa, por ejemplo. Pero ellos decidieron cambiar esas horas de sueño extra y el calor y la comodidad de sus hogares por calzarse las botas y vestirse de blanco para echar una mano donde más se sigue necesitando: en los pueblos valencianos que el pasado 29 de octubre fueron devastados por el agua.
Hoy les presentamos a Bosco, Elena, Carlos, Beltrán, Jaime, Curro, María... Jóvenes valientes de corazón de oro que impulsados por el padre Arturo Díaz, capellán delMonasterio de La Encarnación y rector del Santuario de Sonsoles, organizaron durante semanas su viaje a Paiporta, con las ganas y la ilusión de poder servir de ayuda a quien más lo necesita allí.
Diseñaron una preciosa felicitación navideña para repartir entre los vecinos de Paiporta; escribieron cientos de tarjetas con palabras de fe y esperanza para, también, entregar a quienes fueran saliendo a su paso; encargaron unos pañuelos en los que además de dejar bien claro que eran de Ávila, plasmaron su lema, 'Navidad para todos'. Y recorrieron los cientos de kilómetros que separan la fría Castilla y León de la calidez del Levante para, eso: para tratar de que la Navidad llegara a todos.También a aquellos que lo han perdido todo a causa del agua.
Corazones de oro vestidos de barro«Ha sido maravilloso», explica a Diario de Ávila el padre Arturo, sacerdote Legionario de Cristo que, como los chicos, también se calzó las botas de agua para sacar barro de varios garajes. «El primer día estuvimos en uno que ya estaba algo más limpio.Pero el segundo entramos a otro en el que no había limpiado aún nadie», relata por su parte María, convertida en portavoz del grupo. «Y de ahí salió de todo», recuerda, aún conmovida por la devastación que estos jóvenes abulenses encontraron dos meses después de la desgracia.
Su juventud y su entrega les hicieron olvidarse de las agujetas, del cansacio e, incluso, de las ampollas que les iban saliendo en las palmas de las manos a base de pasar el cepillo. Eran tantas sus ganas de darlo todo que ni el barro que durante días cubrió sus 'epis' les hizo amilanarse. Es más, si en algún momento alguno flojeó, el inmenso cariño que, cuentan, recibieron por parte de los vecinos de Paiporta recargó rápidamente sus pilas.
Y es que, nos dicen, ellos sienten que han recibido muchísimo más de lo que han dado. En cada casa a la que acudieron, en cada calle por la que pasaron (incluso por la recién renombrada calle Voluntarios de la DANA), escucharon palabras de cariño e infinita gratitud. «La gente ha sido lo mejor de todo», se emociona María al recordar ya en Ávila su paso por Valencia. Ella, por ejemplo, formó parte de una cuadrilla que limpió la casa de Ana, una mujer que, se ríe María, ya ha bautizado una de las puertas de su vivienda como 'la puerta de Jaime', en recuerdo del joven abulense que se la dejó impoluta.
Pero no ha sido éste el único encuentro que les ha dejado huella en sus corazones de oro. En uno de los garajes se encontraron con un hombre dedicado como ellos a limpiar que les definió en un vídeo de Instagram que ha corrido como la pólvora y en el que se ve a los abulenses cantando, como «un coro de ángeles» en medio «de un garaje inmundo». Un coro que entonaba villancicos y que, decía, le dieron motivos para creer de nuevo. «A lo mejor esto de Paiporta me está acercando al Señor.Son maravillosos y llevan el mensaje de Cristo.Es una maravilla poder creer en la humanidad y en Cristo», se emocionaba este hombre después de escuchar 'Los peces en el río' interpretado por los jóvenes abulenses, que de entre las infinitas muestras de afecto que recibieron recuerdan también con mucho cariño al vecino de Paiporta que quiso grabarse un vídeo con ellos asegurando que ellos «de generación de cristal, nada de nada».
Por cierto que entre las muchas tareas previas al viaje que los miembros de este grupo llevaron a cabo estuvo también la recaudación de fondos para comprar unas preciosas balconeras del Niño Jesús para regalar a los vecinos para que, así, llevar algo de color y esperanza a unas calles anegadas por el lodo pero deseosas de volver a regresar a su normalidad. Las vieron colgadas en muchos balcones. Y eso, nos confiesan antes de despedirse, también les hizo emocionarse.