Después de toda la vida en Madrid Belén García Martín decidió el pasado verano abandonar su vida en la capital para irse a vivir al medio rural. Eligió como destino San Bartolomé de Pinares, el pueblo de donde era natural su familia y al que ella había acudido siendo niña todos los veranos, y lo hizo con la idea de ponerse al frente de un negocio hostelero.
Tras meses de papeleo y algunas reformas por fin a principios del pasado mes de noviembre, en el puente de Todos los Santos, Belén abría El Patio, un hostal restaurante que en su día pusieron en marcha sus tíos pero que tras morir ella y jubilarse él había pasado por distintas manos sin que ninguno de los posteriores arrendatarios continuara durante mucho tiempo al frente de este negocio. Sin embargo esta madrileña tiene claro que un espacio hostelero como éste en un pueblo como San Bartolomé de Pinares tiene futuro. «La gente de la zona no es consciente de lo que tiene, pero esto es una maravilla», asegura al referirse a un término municipal con mucho potencial natural y turístico por donde, recuerda, pasa el Camino de Santiago o donde uno puede ver buitres volando mientras da un paseo. «La gente de fuera que viene se queda maravillada», asegura Belén al frente actualmente de uno de los dos bares abiertos en San Bartolomé de Pinares, un municipio que cuenta con medio millar de vecinos pero que durante los fines de semana y en épocas vacacionales puede hasta triplicar su población.
«Hay más trabajo del que puedo abarcar», lamenta esta hostelera al hacer balance de estos primeros meses al frente de este hostal restaurante en los que no ha parado de trabajar y en los que, no niega, no todo ha sido tan idílico como ella creía, fundamentalmente por las dificultades para encontrar trabajadores que le echen una mano con el negocio. «Me habían avisado de que iba a tener ese problema pero nunca pensé que a este nivel», reconoce esta empresaria que busca con urgencia personal para trabajar en el hostal restaurante.
«Mi vida ha cambiado absolutamente»«Necesito alguien que me ayude porque yo sola no puedo con todo», reconoce Belén, a quien le viene bien desde personal de limpieza, gente para la cocina o personal de sala. «Lo que sea», dice sin ocultar la desesperación. Y es que, cuenta, un negocio como este, donde además no faltan los clientes, conlleva mucho trabajo teniendo en cuenta que además de atender el restaurante, que ella ha centrado en una propuesta basada en la cocina de calidad y con productos de la zona, el hostal también cuenta con media docena de habitaciones, que hay que gestionar y limpiar.
inicio «complicado». «La vida me ha cambiado absolutamente», afirma quien durante los últimos diez años trabajó como jefa de sala en un teatro de la capital del país al hablar de la decisión que le llevó a abandonar Madrid para irse a vivir a un pueblo de la provincia de Ávila. Y aunque reconoce que estos primeros meses han sido «complicados» por el exceso de trabajo asegura que tiene «mucha ilusión porque aparezca alguien que quiera vincularse conmigo en esto». Y es que, cuenta, clientes no faltan en El Patio. Tampoco proyectos, adelanta, ya que ella se ha propuesto que además del servicio de bar restaurante y hostal su negocio pueda convertirse en «punto de encuentro» para los vecinos y en especial para los jóvenes de San Bartolomé de Pinares que durante el invierno tienen pocas alternativas. De momento, cuenta, los más jóvenes del pueblo tienen un rincón en su local con juegos de mesa a su disposición para que puedan echar la tarde allí sin necesidad de consumir nada. «El invierno es muy duro», afirma Belén que adelanta que de forma paralela a este negocio hostelero ella pretende impulsar un proyecto cultural que contribuya a dar más vida al pueblo que desde el pasado verano se ha convertido en su hogar. Pero todo a su tiempo.
De estos meses al frente de El Patio Belén se queda con la ayuda y comprensión que los vecinos le están prestando, asegurando que «si no fuera por ellos sería imposible que yo sola siguiera con esto». Y es que, apunta, «es muy complicado dejar todo y venir a tu pueblo para intentar que tengan un espacio que sea punto de encuentro». Por ese mismo motivo no puede contener la emoción al recordar como los bartolos y las bartolas la han ayudado desde el primer día conscientes de lo «difícil estar sola al frente de un hostal con bar y restaurante».