La hermosa iglesia parroquial de San Juan Bautista, de Cabezas del Villar ha sido el lugar donde este sábado se ha celebrado la XI edición del Festival de Villancicos de la Sierra de Ávila, un evento que cada año cobra mayor protagonismo y al que poco a poco se ha ido sumando gran parte de los pueblos serranos, demostrando que la sierra de Ávila tiene una enorme fuerza y una gran capacidad de convocatoria para eventos de este tipo, en los que las gentes de los pequeños municipios se juntan para compartir momentos, canciones, alegría e ilusión navideña.
Este monumento del siglo XVI a pesar de su tamaño considerable comparado con otras iglesias serranas, se vio pequeño ante la gran afluencia de participantes y asistentes que no quisieron perderse el evento. La magia de los cánticos navideños se vio acrecentada por una niebla que envolvía el recinto y los alrededores ofreciendo un aspecto sugerente y misterioso, que a pesar del frío reinante y la poca visibilidad en la carretera no impidió una notable asistencia.
Cada año un pueblo de la sierra abulenses es el encargado de organizar el certamen. En esta ocasión, le correspondía a Cabezas del Villar. Al comenzar el mismo se recordó a las hermanas que antes residían en Chamartín y eran las principales dinamizadoras de éste y otros eventos en la comarca, cuya comunidad, ahora ya ausente, todos echan de menos.
Grupo de Solana de Rioalmar en el XI Festival de Villancicos de la Sierra de Ávila - Foto: Vicente GarcíaAl acto asistió el obispo de Ávila, Jesús Rico García, que Bendijo a los asistentes y agradeció la invitación a participar en él, mostrando su satisfacción por poder compartir estos momentos con los habitantes de estos pequeños municipios donde se siente a gusto con sus gentes.
Participaron los grupos de Martiherrero, Sanchorreja, Gallegos de Altamiros, Chamartín, Benitos, Cillán, Muñico, Solana de Rioalmar, Mirueña, Mancera de Arriba, Gallegos de Sobrinos, Cabezas del Villar, y San Miguel de Serrezuela.
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Al final del acto todos los asistentes entonaron varios villancicos y a la salida se invitó a un chocolate con un bollo y polvorones, quedando encargado de la organización del próximo año, el pueblo de Mancera de Arriba.