«Rehuyo dar consejos, respeto mucho al ser humano para hacerlo

David Casillas
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94 años de edad, gran parte de ellos volcado en la interpretación, contemplan la trayectoria de Héctor Alterio, un actor grande, cercano y versátil que hoy llega al Teatro Santo Tomás dentro de su gira de presentación de la obra 'Una pequeña historia

«Rehuyo dar consejos, respeto mucho al ser humano para hacerlo

Las tablas del Teatro Santo Tomás tienen este viernes el honor de recibir a Héctor Alterio, uno de los más grandes y reconocidos actores de las últimas décadas, un argentino universal que es también español, protagonista de decenas de largometrajes, obras de teatro y series de televisión, que a sus 94 años de edad llega a nuestra capital con la gira de presentación de su espectáculo 'Una pequeña historia', un paseo desenfadado por sus recuerdos y emocionales que se mueve entre el amor, el humor y una experiencia vital que tiene la generosidad de compartir con el público.

Esos retazos de su vida, que recrea con el arte de quien domina perfectamente los entresijos de la interpretación, llegan al espectador cargados de cariño, de mucha humanidad contagiosa, acompañados por la música de su único compañero sobre el escenario, el pianista Juan Esteban Cuacci, y por los versos de grandes poetas y músicos 'hermanos' como León Felipe, Borges, Piazzolla, Hamlet Lima Quintana o Catulo Castillo.

Bienvenido a Ávila, donde creo que hace mucho tiempo que no actuaba.

Sí, hace mucho tiempo que no iba a actuar a Ávila, una ciudad en la que no recuerdo bien cuándo subí a un escenario por última vez. Pero bueno, ahora vuelvo encantado, después de unos años en los que he hecho muchas cosas y he ido viendo cómo pasaba la vida... hasta que descubro que tengo 94 años, ¿qué le parece la cifra?

Dice que viene a presentar 'una pequeña historia', pero sospecho que siendo su vida tan larga y tan intensa esa 'historia' puede ser de todo menos pequeña.

En este espectáculo presento 'Una pequeña historia', dirigido por Ángela Bacaicoa, que es mi compañera de vida. Y sobre si es pequeña o grande, como usted apunta, pues depende de por dónde se mire, aunque es cierto que son muchos años, mucha experiencia, muchas cosas que pasan, y otras que deseamos que no vuelvan a pasar, como le ocurre a cualquier ser humano.

¿Ha sido difícil elegir entre tanta experiencia vital para llenar solamente 90 minutos de espectáculo?

Bueno, tanto como difícil no diría yo. Lo que hemos hecho es, simplemente, coger esto sí, esto no, y  creo que nos ha quedado algo que está bien.

¿Habla sólo de su faceta como actor de cine, teatro y televisión, o caben también otros momentos como la vida familiar?

Cabe un poco de todo, porque en una vida tan larga como la mía hay mucho que contar, y a veces incluso hay en ella cosas que interesan a los demás.

¿También habrá en esa biografía suya cosas que no ha querido contar?

Claro, hay muchas cosas que no han sido interesantes ni para mi vida ni para mi carrera, y como esas ni las he querido recordar ni contar pues no caben en el espectáculo.

He leído que su monólogo está lleno de un humor que lo hace muy ameno y divertido.

Eso parece. No es que me proponga contar mis recuerdos con humor, pero es lo que me sale; es mi forma de ser y mi manera de expresarme, y por eso digo algunas cosas de esa manera para romper ciertas durezas de la conversación.

¿El espectáculo tiene un guión cerrado o se abre a la improvisación?

Hay un poco de todo, hay un guión pero cabe también la improvisación, voy contando al público algunas cosas que me van saliendo conforme actúo y por eso cada espectáculo que hago, aunque lleve el mismo título, es diferente, cada uno tiene algo nuevo que los otros no han tenido.

¿La música es parte importante de esta 'pequeña historia'?

Mucho. Juan Esteban Cuacci es un maravilloso pianista y una gran persona que me acompaña sobre el escenario, estamos los dos solos en esta aventura, y estoy dichoso de tenerlo a mi lado.

Además de acompañar a su discurso, ¿esa música ayuda a entender mejor lo que usted cuenta?

Claro que sí, el sonido del piano es realmente una ayuda fundamental para que lo que cuento tenga más sentimiento, más fuerza, para que llegue mejor al público.

Hace unos meses entrevisté a su hija Malena, me van a acusar de tener 'enchufe' con los Alterio.

(Emocionado) ¡No me diga, qué bien! Habló usted con Malena, una chica que tiene un alma maravillosa. Y sobre esa posibilidad de que le acusen de 'enchufe' con mi familia, eso se llama Alterioesclerosis, así que ¡mucho cuidado! Nosotros ponemos la Alterioesclerosis, de la arterioesclerosis, si la hay, no tenemos responsabilidad ninguna.

En ese discurso en el que desgrana acontecimientos destacados de su vida, ¿da consejos o no quiere meterse en ese berenjenal?

No, de ninguna manera, consejos no, rehuyo dar consejos, respeto mucho al ser humano para hacer eso, y además no tengo ninguna gana de ponerme a predicar ni a confesar, huyo de eso y trato de no molestar a nadie. Sólo trato de divertirme un poco y divertir al público contándole algo de 'mi pequeña historia'… que se divierta para que no haya arterioesclerosis.

¿Estar solo sobre el escenario, sin el apoyo de ningún otro actor, hace más difícil la obra o no es problema ninguno?

No, para nada, estar sólo me hace sentir importante porque no tengo quien me mire de cerca, y los movimientos y los pensamientos salen con más facilidad, todo depende de mí.

¿Nota que el público lo pasa bien con su espectáculo?

Creo que sí, y eso es una gran alegría. Siento que si he ofrecido el espectáculo una vez y luego me vuelven a llamar es porque lo pasan bien, a menos que me digan que me llamaron para explicarle cosas que le van a salir mejor a ellos. Parece que consigo contar cosas que son entretenidas, divertidas, a veces profundas; vamos, que consigo algo de todo lo que yo considero importante en estos casos en los que me subo a un escenario.

¿Es muy satisfactorio seguir en activo con 94 años?

Sin duda, poder seguir trabajando en lo que siempre me ha apasionado ahora que tengo 94 años es muy satisfactorio, y deseo que no se acabe pronto.

O sea, que tiene ganas de seguir trabajando mucho tiempo más.

Por supuesto que sí, estar sin hacer nada no es ni mi presente ni mi porvenir. Creo que trabajar disfrutando me rejuvenece algo, siempre que igual que yo disfruto lo sigan haciendo quienes me oyen, porque de lo contrario no tendría sentido.