LA pluma estilográfica de Luciano de la Vega ya está en Arévalo, la ciudad natal de este exiliado por el franquismo que falleció asesinado en el campo de concentración de Neuengamme, junto a Hamburgo, en el año 1944, cuando apenas contaba con 40 años de edad. El Museo de la Historia de Arévalo exhibe desde hace diez días una pluma que, pese a su sencillez, carga con una historia tan emocionante como trágica y simbólica, un relato que habla de víctimas a menudo olvidadas y que bien merece ser conocido, en el marco además del Día Internacional en Memoria de las Víctimas del Holocausto, conmemorado este lunes 27 de enero.
La pluma que ya luce en las vitrinas del museo arevalense perteneció a Luciano de la Vega, un arevalense del bando republicano que tuvo que exiliarse tras la Guerra Civil Española y que, más tarde, participó en la resistencia francesa contra la opresión nazi. Su lucha representó los valores universales de libertad y dignidad humana, pero este arevalense que vivió en la ciudad de La Moraña durante la Segunda República –cuando el Consistorio tuvo gobiernos tanto de centro-derecha como de centro-iquierda– nunca pudo volver a Arévalo. Ahora, 80 años después, lo ha hecho la pluma que portaba mediante un préstamo por dos años prorrogables de año a año si las dos partes están de acuerdo, que no son otras que el Ayuntamiento de Arévalo y el Archivo Arolsen.
Según se traslada desde el Conistorio arevalense, gracias al trabajo del organismo internacional Arolsen Archives, creado tras la II Guerra Mundial para recopilar documentación sobre la represión nazi, conocemos más sobre su figura. Este organismo, que no tiene vinculación política, ha hecho posible además la repatriación de documentos, objetos personales e historias como la de Luciano por toda España, más allá del color político de cada ayuntamiento.
La crónica detallada de Luciano y su pluma se recoge en el completo artículo publicado en el blog 'Olvidados de La Moraña' y firmado por Óscar González Palomo, quien apuntó que el historiador Antonio Muñoz, de Arolsen, fue quien descubrió la historia, y que el trabajo para intentar repatriar la pluma ha durado tres años. Algo que se consiguió finalmente, aseguró, después de una moción en el Ayuntamiento a principios de 2023 y con «el favor de los dos gobiernos municipales», el anterior con la concejala Cultura María Luisa Pérez (Arevalo Decide) y el gestor de turismo e historiador David Del Soto Pascual, y finalizado felizmente por Ana Roldán, concejala de turismo del nuevo Ayuntamiento del PP, quien finalmente logró instalar la pluma a mediados de enero.
La propia Ana Roldán mostró su satisfacción por la pieza que acaba de sumarse a los fondos del Museo y coincidió en lo complejo de la gestión hasta llegar cerrar el contrato. A modo de anécdota, hay que señalar que los paneles que explican la historia de Luciano y su pluma estaban instalados en el Museo de Historia de Arévalo desde bastante antes de que el objeto pudiera llegar al corazón de La Moraña para ayudar a arrojar algo de luz sobre una de las víctimas arevalenses deportadas a campos de concentración nazis, sumándose a otras como Leónidas González o Faustino Molina.
Un hombre, Luciano de la Vega, que se exilió huyendo de las represalias del franquismo y se cree fue internado en algún campo de refugiados francés, del que habría pasado a una Compañía de Trabajo de Extranjeros (CET) y, de ahí, a colaborar con la Resistencia, para acabar siendo detenido y encerrado en un centro antes de ser deportado al Reich en 1944. Su destino fue Neuengamme, el mayor campo de concentración del norte de Alemania y donde se convertiría en uno de los miles de prisioneros asesinados por los nazis. En 1945 los aliados liberaron los campos de la Alemania nazi y muchos enseres requisados por las SS pudieron ser recuperados, entre ellos la pluma de Luciano. Arévalo no es ajeno a este oscuro capítulo de la historia de Europa y desde el Ayuntamiento se anima a acercarse al mismo a través de una pieza que, aunque pequeña, lleva consigo el peso de una gran historia.