El campo «no aguanta más» y ha decidido que ha llegado el momento de tomar las calles y hacerse oír. La situación no es nueva, y ya en 2020 iniciaron una serie de movilizaciones que se vieron cortadas por la pandemia, y la situación desde entonces, lejos de mejorar, cada vez ha ido a peor y es prácticamente insostenible.
Marcada por una Política Agraria Común excesivamente rigurosa y que parece más encaminada a defender los intereses ecologistas que los del sector agrícola y ganadero, las dificultades que encuentran los profesionales del sector primaria cada vez son mayores para sacar adelante sus explotaciones, especialmente las más pequeñas. Y eso en una provincia como Ávila lastra las esperanzas de un sector que debería estar llamado a seguir tirando del carro de esta tierra, y sobre todo el medio rural.
Según apuntaban los representantes de las organizaciones agrarias de la provincia, los motivos que llevan a adoptar estas movilizaciones son múltiples: los problemas administrativos derivados de la PAC, una producción cada vez con más gastos, la puesta en marcha de un libro digital que es inviable, la bajada de los precios (cifrada entre un 30 y un 35 por ciento en el caso de los cereales), una cadena alimentaria por debajo de los costes de producción o, en el caso del sector ganadero, las secuelas que está provocando la enfermedad hemorrágica epizoótica o los estragos del lobo, por aportar unas cuantas razones para dar muestras de esa situación agónica.
Lo vivido este viernes en Ávila capital, que quedó colapsada durante unas horas por una tractorada espontánea, es una muestra de lo que se puede vivir el próximo jueves, y las organizaciones agrarias están dispuestas a no ceder. Su futuro se juega ahora. Este año habrá Elecciones Europeas y el futuro del campo está en manos de Bruselas y de la capacidad que tengan los distintos gobiernos de hacer llegar sus demandas para que sean atendidas. Es la hora de demostrar que aún se puede apostar por un sector que es vital, en primer lugar para la subsistencia, y también para el desarrollo de esta sociedad, y de cuya evolución depende su devenir, porque lo que ocurre en el campo le afecta al consumidor, y se ha demostrado que la Ley de la Cadena Alimentaria que está en vigor de poco ha servido para mejorar la situación del sector, que sigue viendo cómo en la mayor parte de las ocasiones no es nada competitivo.
El problema es serio y preocupante, y provincias como Ávila no se pueden permitir el lujo de ver cómo el sector primaria se desmorona, porque con él se verán dañados seriamente otros sectores que están llamados a caminar paralelamente. Y ahí el campo deben encontrar el respaldo social, porque productores y consumidores deben ir de la mano en esta batalla.