Quizá haya muchas personas que no recuerden las tradiciones ligadas a los quintos pero desde luego en El Barraco no es que se recuerden sino que se mantienen vivas, como bien se ha visto este fin de semana. Con once quintos y nueve quintas la fiesta comenzaba de manera oficial el sábado por la tarde al bajar a la ermita de la Piedad, donde la imagen permanece todo el año, para sacarla de este templo y llevarla a la iglesia. Fue un acto multitudinario donde el buen tiempo sirvió de aliciente para acompañar a los jóvenes que van su capa castellana, a la que al día siguiente se une el sombrero y la escarapela.
Con coplas escritas por Tomás Somoza con la ayuda de Juan y Maite Somoza, los cánticos se trasladaron de la iglesia a la casa de los mayordomos, ya con más picaresca. Y tras la música llegó el momento de invitación a limonada a los más cercanos.
Las celebraciones continuaron el domingo con la misa por la mañana. En ella, la Virgen llegó hasta el altar para ofrecer al Niño un cesto con dos palomas y otro con dulces. Además se procedió a bendecir las velas para repartirlas entre quintos y cofrades para pasar después a la procesión alrededor de la Iglesia. Y lo que dice la tradición es que si la Virgen entre en la iglesia con la vela encendida es que se ha terminado el invierno, pero que si se apaga habrá que esperar. Este año estaba encendida.
Tradición de actualidad en El Barraco - Foto: María Abad y Alberto PascualDespués se bajó de nuevo a la Virgen hasta su ermita y se procedió a la subasta de las palomas y los banzos para saber quien tendría el honor de meter a la imagen en su casa. A los quintos y a las quintas les puso el sacerdote una medallita con un trozo de manto y de nuevo se cantan coplillas antes de meter la imagen y poder escuchar la salve.
A partir de ahí hay un tiempo en el que las familias aprovechan para hacerse fotos en un día muy especial y después volver a la casa de los mayordomos a una nueva invitación a limonadas y dulces.
A partir de estos actos centrales, durante el lunes y el martes los quintos continuarán rondando, aprovechando que los mayordomos les regalan una rosca, pidiendo por las casas hasta que el miércoles por la tarde, en el centro de la plaza del pueblo, la repartan entre ellos.
De los once quintos de este año, cinco viven en el pueblo y otros seis son descendientes de familias barraquenas. Estos descendientes ayudan a mantener una tradición en la que en las coplas de este año se pudieron escuchar peticiones al cese de las guerras o un recuerdo a familiares fallecidos.
En cuanto a las escarapelas, aunque antiguamente las elaboraban las novias, ahora las realizan otras personas dispuestas a colaborar.