Gallardo se va de la Junta «decepcionado» con el PP

David Alonso
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El exvicepresidente desea el «mayor éxito» a Mañueco, reconoce que su intención era seguir pero que el apoyo a la llegada de migrantes fue «la gota que ha colmado el vaso»

García-Gallardo (c) abandona la sala de prensa tras comunicar su dimisión acompañado por José María Barrio y Álvaro Ramos-Catalina (d). - Foto: Ical

«Muchos no nos dieron credibilidad, pero aquí estamos cumpliendo nuestra palabra». Juan García-Gallardo pronunció ayer sus últimas palabras como vicepresidente de la Junta de Castilla y León minutos después de entregarle en mano su carta de dimisión al presidente, Alfonso Fernández Mañueco. Una intervención que realizó todavía en las instalaciones de la sede de la Presidencia en la que confirmó su salida del Ejecutivo autonómico y que pasará a ser el portavoz de Vox en las Cortes. Reconoció que su «voluntad era que se cumpliera el acuerdo y pudiéramos seguir». Aseguró que la decisión «no ha sido fácil», pero sí «meditada». «Nosotros hemos sido claros durante las últimas semanas, hemos sido contundentes con cuál iba a ser nuestra respuesta».

Durante los casi 40 minutos de rueda de prensa recuperó algunas de las palabras y expresiones que había venido dejando durante los últimos días, y se erigió como un «hombre de palabra» y de «honor». En este sentido, el líder regional de Vox señaló que se va con la «cabeza alta» por cumplir sus compromisos con los electores: «Estamos cumpliendo con nuestra palabra y con nuestro deber».

García-Gallardo quiso verbalizar durante su última comparecencia como vicepresidente su «respeto, afecto y cordialidad» a Alfonso Fernández Mañueco, y detalló que se habían despedido «con cariño». «Te deseo con sinceridad los mayores éxitos políticos. Castilla y León necesita un Gobierno con ambición histórica y que dé solución a los numerosos problemas que arrastra desde hace décadas», describe en la misiva de tres páginas en la que comunica al presidente de la Junta su dimisión.

«Pero hasta aquí hemos llegado». No todo fueron palabras bonitas hacia su exsocio y señaló que durante los dos años de coalición Vox ha tenido que hacer «muchas cesiones». «Es evidente que había que actuar ya». De hecho, reconoció que durante los primeros meses de Gobierno «nos impusieron un ejercicio de generosidad extremo»: «Era un primer ensayo de colaboración y había próximas unas elecciones». No obstante, la «gota que ha colmado el vaso», según dijo, fue la decisión «unilateral» del PP de aceptar el reparto de los menores migrantes.

Verbalizó su «decepción» con el PP por esta medida y descargó la totalidad de la culpa en su líder nacional, Alberto Núñez Feijóo, por no oponerse política y jurídicamente al reparto de menores migrantes no acompañados, a los que se refirió como «menas». «Creo que en Castilla y León estamos a tiempo de corregir esto, creo que no estamos condenados a padecer una inmigración ilegal, no estamos condenados a la islamización. España aún está a tiempo de salvarse».

Cuestionado sobre el futuro de los pactos con el PP en los ayuntamientos o la continuidad de Carlos Pollán –procurador de Vox– como presidente de las Cortes de Castilla y León, reconoció que el documento acordado por la dirección nacional de los de Santiago Abascal «solo» hacía referencia a los gobiernos de coalición autonómicos.

Por último, sobre su nuevo cometido como portavoz de Vox en las Cortes, se comprometió a ejercerlo «con responsabilidad y con altura de miras», pero dejó un avisó al PP: «Hasta ahora hemos tenido una generosidad y una lealtad infinitas con el PP. A partir de ahora hay que negociar individualmente cada una».