«La primera vez que entré en un centro comercial lloré»

E. Carretero
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Marisol Ferrand llegó a España el 21 de septiembre de 2001 y desde entonces vive en Ávila

«La primera vez que entré en un centro comercial lloré» - Foto: David Castro

Marisol Ferrand (Santiago de Cuba, 1974)  se considera abulense. No es extraño teniendo en cuenta que hace 22 años que llegó a esta provincia que se ha convertido en su casa. Asegura que ni el frío, ni la nieve, que vio por primera vez en su vida en Ávila, ni los inviernos rigurosos, que nada tienen que ver con los de su Cuba natal, le desagradan porque a ella de Ávila le gusta «todo». Lo que más, asegura, su gente. «Dicen que los abulenses son cerrados pero es mentira. La gente de Ávila es  muy acogedora», asegura esta mujer vitalista y alegre descendiente de españoles. Su abuelo era gallego, de Reigada (Orense), como descubrió una vez ya en España, y por ese motivo su educación estuvo muy influenciada por las tradiciones españolas. Incluso en la cocina. Eso sí, en su casa no faltan frutas caribeñas como el mango, la papaya, el tamarindo o el plátano macho, que tradicionalmente acompaña el arroz a la cubana. 

Aunque nacida en Santiago de Cuba, al sur de la isla, la familia de Marisol se trasladó a La Habana cuando ella tenía trece años debido al trabajo de su padre, que fue «uno de los fundadores del partido comunista cubano». Pese a que reconoce que la situación de su padre dentro del partido hizo que su familia no sufriera las estrecheces de otros compatriotas, «mi padre tenía chófer y nosotros todos los años nos íbamos de vacaciones», desde joven fue muy crítica con un sistema basado en la privación de la libertad de los ciudadanos. «No podíamos llevar camisetas con mensajes en inglés, ni escuchar emisoras de otros países», pone como ejemplo algunas de las prohibiciones que ya le parecían injustas a aquella niña que junto a sus hermanos utilizaba una percha de alambre como antena para poder escuchar las emisoras de la cercana Florida (EEUU) en las que se denunciaba la opresión del régimen de Fidel Castro. 

Tras una época trabajando en Alemania y en Italia, Marisol llegó a Ávila tras casarse con un español. Aquí nació su segunda hija, Alicia, que hoy tiene 22 años, y aquí también trajo a su hijo mayor, Leandro. «La educación en Cuba es gratuita y el nivel de educación es muy alto. En todas las familias hay universitarios», reconoce esta cubana que sin embargo lamenta que detrás de estas facilidades para estudiar prevalezca el objetivo de adoctrinar políticamente a la población. «Todos los colegios tienen el mismo uniforme, con la bandera cubana», pone como ejemplo de ello. 

«La primera vez que entré en el Centro Comercial de Ávila lloré al ver la cantidad de cosas que había y que se podían comprar», recuerda aún con cierta emoción y antes de afirmar que «la libertad que hay aquí es increíble», en referencia a España, un país que siente suyo y donde también han nacido sus tres hijas pequeñas (Sofía, Laura y Elena), fruto de su segundo matrimonio. En la actualidad, trabaja en la empresa familiar y conduce una cisterna con la que reparte gasoil por la provincia lo que da ejemplo del carácter intrépido, fuerte y valiente de esta mujer que nunca pierde la sonrisa.