Todos hemos sido Picassos o Cervantes en potencia. Seguro que alguna vez, estimados tres lectores, cogieron un lápiz y trazaron garabatos y crípticos y personales dibujos en un papel –en el mejor de los casos, también cabe rotulador en la pared– ante la orgullosa mirada de sus progenitores. Algunos, incluso, lo seguimos haciendo semanalmente en columnas con la misma ilusión, pero seguro que con la misma aparente falta de lógica y sentido.
La infancia es el lugar en el que se moldea el cerebro, donde se cincelan en él habilidades primarias, donde conectamos nuestro yo con el mundo y aprendemos que hay herramientas y lenguajes que permiten explicarlo, imitarlo, que ayudan a liberar todo lo que habita nuestra mente. Hay unos años, desde la cuna hasta quizás los diez o doce, en los que lo adquirido –y cómo se aprende– nos acompaña hasta la tumba. Es triste que haga falta un informe PISA desfavorable –orgullo de castellano y leonés, eso sí; en algo somos primeros– para que el gobierno apruebe inversiones imprescindibles, aunque quizás insuficientes, reforzando la formación matemática y lingüística.
La pantalla se está imponiendo al papel por mucho que sea algo puesto en solfa entre la comunidad educativa. Pero hacer un borrajato, bien con colorines en un álbum de dibujo o con el dedo en una tableta, u hojear un cuento, impreso o digital, son actividades básicas, aunque radicales para nuestro penar sobre el planeta.
El sector del libro se mantiene –en precario, eso sí– en Ávila. Se fueron Senén y también su sucesora, la Librería del Grande; otras han abierto o ampliado negocio. Mas los Reyes Magos, junto a los regalos, han traído este año el carbón de privarnos de una. Ha echado el cierre Borrajatos, librería de raza en la zona sur de la ciudad, para dar el merecido descanso en la jubilación a José Luis, su artífice. Y con ella se va un templo consagrado especialmente al público infantil, a esas mentes deseosas de instrumentos con los que poder dibujar el miedo, asombro y extrañeza ante el mundo que les estamos legando. Vayan desde aquí mis gracias, mi recuerdo, mi abrazo.