Emoción, ilusión, cariño, devoción... y mucho calor para arropar a Santa Teresa, patrona de Ávila, en su día grande. Como cada 15 de octubre (salvo el paréntesis del 2020), los abulenses y los visitantes volvieron a echarse a la calle para arropar a la Santa el día de su fiesta, marcada por la misa en la Catedral y la procesión por las calles del centro de la ciudad, dos citas que resultaron multitudinarias. Unas tres mil personas siguieron desde las once de la mañana la eucaristía presidida por el obispo emérito de Ávila y administrador diocesano de Ávila, Jesús García Burillo, quien llamó a seguir el camino de la Santa como símbolo de "esperanza" ante las dificultades de estos tiempos y a vivir la continuación del IV Centenario de su Canonización y del inicio de un nuevo Año Jubilar. Los fieles y las autoridades civiles, religiosas, militares, policiales y académicas, entre las que se encontraban los principales representantes de la ciudad y la provincia y la ministra de Defensa, siguieron la celebración religiosa en una mañana radiante.

Y es que el sol y la buena temperatura quisieron sumarse a un reencuentro que se esperaba con muchas ganas en la ciudad. Salvo por algunas mascarillas, la imagen del centro de Ávila recordó a la época prepandemia, con miles de personas en las calles, móvil en mano, para inmortalizar una procesión que salió de la Catedral minutos después del mediodía. La talla de Gregorio Fernández fue recibida al son del himno nacional, entonado por la Banda de Música de Ávila, y entre aplausos y el sonido de campanas y cohetes. La imagen estuvo arropada, además de por el entusiasta público, por las cofradías y hermandades de Ávila, los gigantones y cabezudos abulenses, la Banda de Dulzainas de Ávila, la banda de El Amarrado, las autoridades y la banda del Cuerpo de Intendencia, así como por la Virgen de la Caridad, su fiel compañera.