Alguna vez tenía que llegar...

Alberto Sánchez
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Tras 19 partidos sumando y seis meses sin conocer la derrota, el Real Ávila vuelve a perder. El Júpiter Leonesa B no aprovecha la oportunidad y el Atlético Tordesillas, a 10 puntos, pasa a ser su principal perseguidor

Álvaro de Pablo, observa el balón dentro de su portería en el gol de Adeva, mientras PacoBenítez abre sorprendido los brazos. - Foto: Sara Muniosguren

Alguna vez tenía que llegar.Nada es eterno y en la Nueva Balastera el Real Ávila de Miguel de la Fuente se convirtió en 'mortal'.Después de seis meses y 19 partidos consecutivos sin conocer la derrota, un Cristo Atlético repleto de viejos conocidos como Peli, Adeva o David Sanz –estos dos últimos  autores de los goles (2-0) del triunfo palentino– ponían el punto y final a una racha impecable de los encarnados que arrancó después de una derrota ante el Becerril (1-0) en la primera jornada. 

Desde entonces y hasta ahora habían sido 16 victorias, tres empates y una única derrota para colocar a los encarnados al frente de una Tercera RFEFque siguen liderando con holgura gracias a todo lo bueno que se ha hecho hasta la fecha, que no es poco, en una temporada de mucho mérito de los chicos de Miguel de la Fuente, que siguen manejándose en lo más alto desde la tranquilidad de los 10 puntos que le separan del segundo clasificado. 

Porque el fallo de los encarnados no lo aprovechó el que era su más cercano rival, el Júpiter Leonesa B, que se dejaba dos puntos por el camino en el empate (1-1) ante el Mirandés B y cedía la segunda posición a manos de un AtléticoTordesillas ahora máximo perseguidor de los encarnados.  

Se llevó el triunfo y los tres puntos el Cristo Atlético porque los de Carlos Javier Doyage fueron mejores en las áreas, aquello que en otras ocasiones ha sido seña de identidad de los encarnados. «Ahí es donde se decide el fútbol» asumía Miguel de la Fuente, entrenador del Real Ávila, tras una derrota que «es un toque de atención para todos» avisaba el vallisoletano, que siempre ha tratado de equilibrar el discurso de la ilusión y el optimismo con el de la realidad de un campeonato al que aún le quedan muchos puntos por disputar y demasiados rivales a los que medirse.  

«En lo que se refiere al esfuerzo no puedo reprocharles nada a los jugadores, pero tenemos que tener un nivel de concentración mucho más alto para competir bien estos partidos y que las jugadas en área sean nuestras y no del rival. Debemos saltar a los campos con un mínimo de intensidad como si nos jugáramos la vida. Porque es así. Si no lo hacemos, nos equivocaremos». Que sea una derrota para aprender, como se aprendió de aquella ante el Becerril.