Hay escritores que pasan a la posteridad no solo por sus obras, sino también por convertir su apellido en adjetivo. Lo kafkiano define lo absurdo y a la vez angustioso; el ejemplo más claro en la obra del checo –este año es el centenario de su muerte– es 'El proceso', un hombre acusado de algo que desconoce, sometido a un juicio del que ignora el procedimiento.
Las administraciones públicas han hecho suyo el epíteto y rivalizan por ver cuál eleva a cotas más altas lo kafkiano en su relación con los administrados. Los individuos de a pie somos incordios que los esforzados políticos y burócratas han de sobrellevar para poder realizar su abnegado trabajo en pro de los ciudadanos. Todo para el pueblo, pero sin el pueblo. Un Versalles con pausa para el café.
Como muestra, un botón y, dada mi inmodestia, estimados tres lectores, lo descoso de mi camisa. A primeros de año se publicó en el Boletín Oficial de la Provincia la Ordenanza de Circulación de Ávila, abriéndose periodo de alegaciones. Defensor de la bicicleta en ciudad, usuario frecuente y buscando aclarar algunos puntos de la ordenanza, presenté las mías en plazo y forma. La forma, sobre todo la telemática, daría para unos cuantos libros más, que Kafka no pudo o no quiso escribir en vida: claves digitales, certificados, autofirmas… no se lo deseo a mi peor enemigo. Cuál no sería mi sorpresa al leer el 14 de marzo que la comisión correspondiente había dado el visto bueno al proyecto de ordenanza «habiendo sido respondidas todas las alegaciones», sin haber tenido yo contestación. Ocho días después se aprobó por unanimidad la norma en pleno municipal. A la entrega de esta columna, siempre a última hora del miércoles anterior a su publicación, todavía no he recibido respuesta a mis humildes –y, a lo que se ve, innecesarios– comentarios y preguntas.
Me reconozco en el Josef K. de «El proceso». Qué pintaré yo, un ciclista, hablando de la circulación. Mejor debiera, cual Samsa, metamorfosearme en cucaracha indigna de respuesta, como parezco ser para la administración, y dedicarme a pensar de qué escribir la próxima semana.