Como si ya hubiera llovido suficiente durante la tarde, la noche trajo la calma al cielo de Ávila y a las nueve en punto de este martes se abrían las puertas de la Catedral. A esa hora daba comienzo la procesión de Medinaceli, una de las más bellas y solemnes de la Semana Santa abulense, a pesar de lo cual congregó a menos gente que en año anteriores, quizá por culpa de la amenaza de lluvia, quizá porque a esa misma hora empezaba el partido de fútbol que enfrentaba a la selección española contra la francesa.
Pero para los miembros de la Archicofradía de la Real e Ilustre Esclavitud de Nuestra Padre Jesús Nazareno de Medinaceli, una de las más numerosas de la ciudad, no había cita comparable a la procesión, en la que el color dominante fue el inconfundible morado de la túnica que luce la emblemática talla que da nombre a la cofradía, el mismo que visten sus cofrades, muchos de los cuales portaban velas.
El expresivo rostro de la talla que representa a San Pedro Llorando abrió el desfile procesional, al que siguió la imponente imagen de Jesús de Medinaceli, acompañada por un numeroso grupo de agentes del Cuerpo Nacional de Policía -cofrade de número- ataviados con uniforme de gala.
LEA LA NOTICIA AMPLIADA EN LA EDICIÓN IMPRESA