Prevenir los suicidios es cosa de todos. Así se asegura desde el Colegio Oficial de Psicología de Castilla y León (COPCYL), donde apuntan que «con políticas y programas de prevención eficaces y con la ayuda de los profesionales» los intentos suicidas se podrían reducir. «Las personas que se suicidan no quieren morir, sino dejar de sufrir», asegura Jaime Gutiérrez, decano del COPCYL, coincidiendo con el Día Mundial para la Prevención del Suicidio que se celebra cada 10 de septiembre. Es más, Gutiérrez llama a estar atento a las señales de alerta para poder intervenir a tiempo en casos de conductas suicidas y abordar un problema de orden social. No en vano, en Ávila se producen cada año una quincena de suicidios, cifra que en el conjunto de la Comunidad se eleva hasta casi los 200. En España, las muertes por suicidio en 2023 fueron 3.952 mientras que los intentos fallidos alcanzaron los 8.000 casos.
Lamentablemente y a pesar de la visibilización que se ha logrado en los últimos años, las cifras de decesos se mantienen casi intactas desde hace una década. La Comunidad contabiliza 2.228 muertes por esta causa desde 2014, una media de 222 cada año, mientras que en Ávila se registraron 11 muertes voluntarias en 2023 y 153 en la última década.
«Ha sido necesario poner sobre la mesa esta lacra que se cobra la vida de 4.000 personas en España cada año, pero esta normalización no sirve de nada si no va acompañada de una Ley Nacional de Prevención del Suicidio», explica el vicedecano del COPCYL, Jesús de Blas, que añade que «la prevención tiene que llegar por esa vía para poder establecer estrategias para las situaciones de riesgo, aumentar las ratios de profesionales de la salud mental en Atención Primaria, dar un buen acompañamiento a los familiares y destinar un presupuesto».
Los psicólogos coinciden en que el suicidio no es una patología, sino un estado mental de desesperanza. «Son personas que no tienen expectativas de futuro y buscan acabar con su sufrimiento, ya que temen que su dolor se mantenga en el tiempo» señala Jesús de Blas, que explica que «el acompañamiento psicológico es crucial porque los profesionales podemos ayudarles a identificar sus propias emociones y buscar alternativas».
Desde el Colegio de Psicólogos de Castilla y León recalcan que es «fundamental saber detectar las señales que alertan del riesgo de suicidio, ya que pueden ayudar a identificar a la persona que pretende poner fin a su vida» y por ello han elaborado un decálogo con comportamientos previos que pueden servir de pista. Manifestaciones de pérdida del sentido de vivir, verbalizaciones de muerte y/o soledad, disminución significativa de relaciones sociales, abandono de actividades gratificantes, indiferencia a los elogios, cambios en el aspecto físico y en la imagen corporal, consumo de drogas y/o medicación, circunstancias vitales traumáticas, exposición a riesgos innecesarios y desprenderse de posesiones y despedidas son señales que deberían despertar la alerta.