Los ahorradores españoles llevan varios años denunciando que desde que el Banco Central Europeo (BCE) congeló los tipos de interés, incluso les mantuvo en negativo, se dejó de retribuir por sus depósitos generando una situación desconocida hasta la fecha en la que tener dinero en el banco no aportaba prácticamente ningún rendimiento lucrativo.
Las propias entidades acabaron sacando del mercado los productos financieros remunerados que ofrecían a sus clientes a tipos fijos o variables y dejaron de incentivar los depósitos. Una situación inédita que, sin embargo, no provocó una fuga de capitales a otros fondos más rentables, puesto que el contexto general económico era similar. Incluso, la evolución de los tipos de interés en negativo fue tal que en el sector se abrió el debate de cobrar a los clientes por guardar sus ahorros.
Una idea que si bien no prosperó finalmente para los hogares, sí lo hizo para grandes empresas e instituciones, que tuvieron que pagar por guardar su dinero en su banco o bien negociar productos como seguros o compra de acciones para ahorrarse el pago de este canon.
En este contexto, las entidades siguieron desempeñando su actividad habitual, prestando dinero a las familias y a las empresas con intereses ventajosos en los nuevos préstamos e hipotecas, y prueba de que el negocio bancario siguió funcionando bien son los excelentes resultados que ha venido declarando en los últimos años.
El punto de inflexión llegó con la guerra de Ucrania y la inflación. La evolución de los tipos se disparó en poco más de un año hasta el 4,5% que marcó el BCE el pasado 14 de septiembre con la última subida, lo que también disparó el euríbor de este mes hasta el 4,149%.
Se trata de un escenario en el que parece que el tiempo se ha detenido para los ahorradores que ven paradójico como sus bancos no les retribuyen prácticamente nada por sus depósitos pero sí les cobran un alto precio por los créditos personales e hipotecas.
Nuevo contexto
Ante esta realidad, desde el Banco Central Europeo, tanto la presidenta, Christine Lagarde, como su vicepresidente, Luis de Guindos, han criticado duramente el comportamiento que muestran los bancos que se resisten a remunerar a sus clientes.
También desde el Gobierno, la ministra de Economía, Nadia Calviño, se ha pronunciado en esta misma línea exigiendo un cambio de conducta para que no se lucren de un fenómeno en el que los hogares afrontan esta realidad con los depósitos en niveles máximos.
Según el Banco de España, las familias tenían en depósitos bancarios 997.000 millones de euros a finales de julio. Es decir, casi un billón de euros de los que no obtienen prácticamente ninguna rentabilidad, mientras las entidades prestan este dinero con unos intereses que no se recordaban en más de una década. Es el mayor nivel registrado por el supervisor bancario nacional y significa un incremento durante los primeros siete meses del año de casi 40.000 millones. Por comparar, son 300.000 millones de ahorros más que en 2008 cuando estalló la burbuja inmobiliaria.
Los economistas subrayan que la remuneración de los depósitos no va a ser tan automática como la evolución al alza de las cuotas de las hipotecas o de los intereses en un mercado en el que la subida de tipos tiene un efecto positivo en los márgenes de los bancos puesto que pesa más lo que ganan por ofrecer financiación que lo que pagan a otras entidades o a sus clientes.
Como justificación a este fenómeno, el sector se defiende calificando de «injusto» el nuevo impuesto del Gobierno a la banca que gravará durante dos años el 4,8% de los intereses y comisiones. Asimismo, temen que aumente la morosidad de sus clientes a la hora de devolver los créditos y el pago de las hipotecas por los conflictos bélicos y ante una inflación que sigue disparada.