José Manuel Maíz

La bombonera

José Manuel Maíz


La dura realidad del medio rural

18/01/2025

La pérdida de servicios de guardia nocturnos en farmacias en la zona de Burgohondo nos vuelve a mostrar la dura realidad a la que se debe enfrentar el mundo rural en provincias como Ávila, donde el mantenimiento de servicios para unas poblaciones que cada vez son más reducidas obliga a tomar decisiones que no siempre son fáciles de adoptar.
Por un lado, no hay que dejar de pensar en esos vecinos, muchos de ellos de avanzada edad, que viven en localidades donde sobre todo en los meses invernales apenas quedan un puñado de vecinos y que ahora deben asumir una nueva carencia de servicios. Seguramente ya antes tenían que desplazarse a otra localidad a unos cuantos kilómetros si necesitaban ir de urgencia al centro de salud por la noche y si precisaban de una farmacia les ocurría tres cuartos de lo mismo. Ahora esta situación se vivirá algunos días en toda la comarca, teniendo que desplazarse en caso de necesidad hasta Ávila capital, recorriendo hasta 50 kilómetros en algunos casos. Yeso en caso de que tengan posibilidad de desplazarse, y no deban esperar hasta que llegue el día siguiente.
Pero, por otro lado, tampoco hay que dejar de pensar en esos farmacéuticos que deciden apostar por abrir su pequeño negocio en una de estas localidades, con lo que ello supone. Farmacias que en la mayoría de los casos cuentan con un único trabajador (el propio farmacéutico), que tiene que hacer frente a esas guardias sin ningún relevo al día siguiente cuando tiene que volver a abrir la farmacia, o que ven cómo es prácticamente imposible disfrutar de un periodo de vacaciones mínimo sin dejar de prestar servicio a unas localidades que, en la mayoría de los casos, van perdiendo poco a poco servicios de todo tipo. 
Una dura realidad a la que sólo se puede hacer frente con el compromiso de las administraciones de sufragar ayudas que hagan posible que muchas de estas actividades se puedan mantener con vida. Y a pesar de ello, existen realidades contra las que por mucho que se quiera no se puede luchar. Porque ¿realmente compensa que una farmacia tenga que realizar guardias durante todo el año (aunque únicamente sea una vez a la semana) para atender como mucho a veinte personas al año? Quizá sea mejor, como se ha hecho, mirar a medio y largo plazo para intentar que esos establecimientos no pongan más en peligro su viabilidad y sigan ofreciendo servicio durante el día.
Y más teniendo en cuenta que seguramente desde los centros de salud, como ya se está haciendo, se puede poner remedio a la necesidad de esos medicamentos que pueden ser requeridos ante una urgencia de esas características en horario nocturno. 
No es la situación ideal con la que hacer atractiva la vida en muchos pueblos de esta provincia, que acusan el envejecimiento y la pérdida de población precisamente por esa carencia cada vez más acuciante de servicios. Y es ante situaciones de este tipo donde se demuestra si de verdad las administraciones están dispuestas a volcar todos sus esfuerzos para que siga siendo posible vivir en el medio rural.
 

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