Hace un año Fernando Prieto y su pareja Francesca, una joven italiana a la que conoció cuando ambos vivían en Austria, se propusieron un reto: recorrer el continente asiático con un presupuesto muy limitado y sin utilizar transporte público, viajando únicamente en autostop. Su aventura comenzó el 3 de marzo del año pasado cuando ambos cogieron un vuelo desde Australia, el país donde estuvieron trabajando para conseguir los ahorros necesarios para llevar a cabo esta aventura, hasta Vietnam. Hace un par de semanas Fernando llegó a Santa María del Tiétar, su localidad natal. Lo hacía después de recorrer 37.738 kilómetros y de visitar 18 países, y con la sensación de que había cumplido su objetivo. No en vano, reconoce este aventurero, durante estos diez meses viajando Francesca y él se han movido, salvo alguna excepción, mediante autostop. «Hemos cogido 445 coches», cuenta este joven abulense que durante el último año ha levantado el pulgar para subirse en todo tipo de vehículos. Motos, motocarros, tractores, coches «malísimos» y camiones han sido el medio de transporte de Fer y Francesca durante su aventura asiática.
Una aventura que comenzó en Vietnam y que también les ha llevado a recorrer China (donde estuvieron durante dos meses y medio), Kazajistán, Kirguistán, Uzbekistán, Tayikistán, Pakistán, Irán, Armenia, Georgia y Turquía, desde donde estos jóvenes ya comenzaron el regreso a casa en un recorrido que les llevó a visitar Grecia, Macedonia del Norte, Kosovo, Albania e Italia, en concreto Nápoles, donde el padre de Francesca fue a recogerles para llevarles a Roma, donde ella ya se quedó y desde donde Fernando regresó a España. Un viaje por Asia y por buena parte de Europa que esta joven pareja ha realizado gracias a la generosidad de aquellos particulares que atendieron a su petición de autostop, lo que les ha permitido ajustarse al presupuesto de 10 euros por persona y día que se marcaron como objetivo.
Curiosamente, cuenta Fernando, viajar en autostop resulta «mucho más sencillo por Asia que por Europa» entre otras cosas, cuenta, porque «entre Turquía y Grecia hay mucha gente que quiere pasar a Europa y los conductores nos pedían documentación para asegurarse de que no éramos ilegales».
Una aventura de más de 37.000 kilómetros en autostopDe este viaje que les ha llevado a recorrer casi una veintena de países Fer y Francesca se quedan «con la gente» que han conocido. «En Asia son muy hospitalarios», asegura este abulense que dice que en este sentido el país que más les ha sorprendido ha sido Irán. «Fue la sorpresa del viaje», dice sin lugar a dudas al hablar de esta república islámica desde hace años en el punto de mira por el posible desarrollo de armamento nuclear, por sus continuos enfrentamientos con Israel y cuyos derechos humanos la Unión Europea ha puesto en entredicho. «Un hombre que nos recogió haciendo autostop nos pidió por favor que si ese día en vez de continuar la ruta nos quedábamos en su casa. Nos dijo que la última vez que su madre vio un turista fue hace 40 años y que le haría muchísima ilusión que fuéramos a comer a su casa», recuerda Fer una de las vivencias durante su visita a esta república islámica y que demuestra que pese al «miedo» que genera el régimen iraní la población es «sumamente hospitalaria». «Es el país más ateo de la zona», prosigue este abulense al hablar de otra de las cosas que más les sorprendió de su experiencia en Irán donde, asegura, la población en general es «contraria el régimen».
«Este viaje nos ha dado confianza en la raza humana», reconoce al hablar de las decenas de personas que no solo les han dejado subir en sus vehículos sino también pernoctar en su casa, dado de comer o cenar o incluso invitado a celebraciones privadas, incluida una boda. Y eso pese a la dificultad que tenían para comunicarse con ellos ya que el idioma, reconoce este abulense, ha sido uno de los principales problemas a los que han tenido que hacer frente durante este viaje.
mochila llena de billetes. De todos los lugares visitados, y aunque le cuesta elegir, Fernando se queda con el norte de Pakistán en buena parte porque tanto él como su pareja son «muy aficionados a la montaña» y esta zona cuenta con una de las cadenas montañosas más impresionantes de la tierra y con algunas de las cimas más altas del mundo. También China, país del que les sorprendió «el grado de desarrollo». «Los mejores coches en los que hemos viajado estos meses los cogimos en China; eran todos eléctricos», dice sorprendido este aventurero que también relata la sorpresa que les causó lo barato que es Irán. «Cambiamos 300 euros y mi mochila se llenó de billetes;los hay hasta de 3 céntimos», explica quien durante el mes que estuvo en esta república islámica se gastó solo 75 euros.
Una aventura de más de 37.000 kilómetros en autostopEstos meses recorriendo Asia en autostop están llenos de anécdotas, como cuenta Fernando que recuerda, por ejemplo, los tres días que en Tayikistán pasaron en un camión recorriendo la carretera del Palmir, una de las más altas, peligrosas y bonitas del mundo. «Aunque nosotros viajábamos con tienda, el camionero nos desaconsejó dormir fuera por el frío y por la presencia de lobos», recuerda otra de las experiencias de este viaje en el que tuvo que pasar la frontera entre Pakistán y China (la más alta del mundo, a 4.693 metros de altitud) escoltado junto a otros turistas extranjeros debido a las manifestaciones protagonizadas por población local contra el pago de impuestos.
Fernando y Francesca han ido narrando todas las paradas y peripecias de este viaje en Instagram, en este caso en el perfil @prestamelabrujula. De hecho, esta aventura ha servido de punto de partida para poner en marcha una empresa de organización de viajes (www.prestamelabrujula.com) con la que estos dos jóvenes intrépidos pretenden ayudar a descubrir destinos menos habituales a otros viajeros. Un destino al que ahora sumarán Guinea Bissau, país al que esta pareja viajará este mes de febrero para colaborar como voluntarios en un proyecto de construcción de pozos, no descartando Fernando que desde allí Francesca y él se animen a seguir recorriendo África. También en autostop, lógicamente.