«Empecé a jugar al fútbol y así me integré bien»

B.M
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Julio César Osorio llegó hace más de 25 años desde su Colombia natal. Ahora vive y trabaja en Ávila con el empujón que le dio el deporte y tener a su familia cerca

«Empecé a jugar al fútbol y así me integré bien» - Foto: David González

Julio César Osorio lleva más tiempo en Ávila del que estuvo en Colombia, su tierra natal. Es más, hace 25 años que es un abulense más, con su trabajo, su familia y su integración en una ciudad de la que valora la tranquilidad, aunque eche algo de menos la comida colombiana, especialmente las frutas.

Si vuelve la mirada atrás recuerda esa juventud trabajando en Colombia cuando le dijeron aquello de que en España «se ganaba buen dinero» y decidió probar. Vino con su hermano para ver «si era verdad lo que nos decían», dejando todo atrás y recalando en Palma de Mallorca el primer mes para pasar después a Ávila. Tenía entonces 22 años y era enero del año 2000.

En Colombia había hecho la mili y comenzado a trabajar en una ensambladora de motos. También tenía a su mujer y su familia, aunque en ambos casos terminaron viniendo también a España lo que hace que esa parte de añoranza se la haya podido ahorrar porque aquí tiene «lo más importante» y allí se puede volver «de vacaciones, a saludar de vez en cuando».

Llegar aquí fue encontrarse con una cultura diferente y un frío al que ahora ya se ha acostumbrado. Fue una adaptación «poco a poco» y en la que el deporte tuvo mucho que ver porque comenzó «a jugar al fútbol», algo que también hacía en Colombia donde jugaba en categorías inferiores de un equipo importante. Aquí, empezó «a jugar al fútbol y ya me integré bien». No tuvo ninguna dificultad.

En un principio empezó a jugar en el Trofeo Pedro Pascual y a partir de ahí tuvo la oportunidad de jugar en el Real Ávila, pasar a Las Navas del Marqués o ir a la Cebrereña. Ahora, todavía juega al fútbol, pero a otro nivel.

En cuanto al trabajo, está en una finca ganadera en Sanchorreja, donde se dedican a vender sementales charoleses y allí lleva 24 años trabajando también.

Consiguió el trabajo a través de un familiar, cuando descubrió que necesitaban a un matrimonio para trabajar, una opción que se adaptaba a su situación. Fue «la ocasión perfecta para comenzar» y así sigue. Allí hace un poco de todo, incluso de fontanero y albañil cuando hace falta, pero su principal función es todo lo que tiene que ver con los animales.

De Ávila asegura que le gusta «la gente, la tranquilidad. Es una ciudad donde se vive tranquilo y al ser capital de provincia tienes todo a mano. Pero, sobre todo, la gente». Y no encuentra nada negativo, ni siquiera el frío: «al principio, sí, pero ahora ya estoy acostumbrado». Al otro lado de la balanza está lo que echa de menos, que al tener aquí a su familia y a la de su mujer (con la que tiene tres hijos que viven con ellos todavía) es menos de lo que se podría pensar. Echa de menos «un poco la gastronomía, más que nada las frutas tropicales» porque aquí no hay tantas. Pero poco más porque, como él mismo dice, ya lleva más tiempo en Ávila que en Colombia. Y esto significa que ahora, con el tiempo a sus espaldas, no se ve en otro lugar. Aquí quiere pasar su «vejez» y continuar viendo desarrollarse a sus hijos, de 27, 23 y 13 años, porque están completamente asentados en Ávila y tienen sus amigos.