La última edición del Movistar Madrid Medio Maratón terminó teñida de negro al fallecer a escasos metros de la meta, en Plaza de Colón, un corredor de 36 años tras sufrir un paro cardiaco y tras ser trasladado otro participante de 20 años en estado grave a un centro hospitalario tras sufrir otro accidente cardiaco. Y aunque no es la primera vez que durante una prueba o actividad deportiva ocurre algo similar estos dos sucesos han demostrado que el hecho de que alguien se sienta fuerte, con energía y sano no significa necesariamente que todo en su cuerpo marche tan bien y que a veces forzar la maquinaria puede llevar a situaciones dramáticas.
En cualquier caso, Pedro Daniel Perdiguero Martín, jefe del servicio de Cardiología del Complejo Asistencial de Ávila, apunta que «la parada cardíaca durante el ejercicio físico es "un evento con una incidencia muy baja» si bien por lo dramático de estos sucesos, y porque las muertes se producen de forma inesperada en gente joven y deportista que goza aparentemente de buen estado de salud, tienen mucho impacto tanto desde el punto de vista clínico como social. «Si nos basamos en la incidencia, generalmente suele estar en torno o por debajo de un caso por cada 100.000 habitantes en personas menores de 35 años», apunta Perdiguero que estima entre 150-200 muertes súbitas al año en nuestro país de jóvenes mientras practicaban deporte. Una incidencia que en la población de más edad (35-75 años) aumenta hasta un caso por cada 18.000.
Las causas de estos paros cardiacos, prosigue el jefe de Cardiología del Complejo Asistencial de Ávila, también dependen de la edad de modo que entre menores de 35 años estas muertes súbitas «suelen estar asociadas a cardiopatías congénitas o hereditarias en personas que no conocen que las padecen porque no se han hecho ninguna revisión nunca». Por su parte, prosigue, en los mayores de 35 años estos paros cardiacos repentinos mientras se realiza un esfuerzo físico o actividad deportiva suelen asociarse en mayor medida a cardiopatía isquémica o enfermedad coronaria (infarto agudo de miocardio), porque «a partir de cierta edad tenemos más factores de riesgo», explica este experto que apunta que la hipertensión, la diabetes, la obesidad y el sobrepeso y el tabaquismo pueden estar detrás de ese fallo cardiaco relacionado con la ateroesclerosis o deterioro de las arterias del cuerpo, que en el caso de las del corazón se estrechan progresivamente por placas de colesterol, aumentando el riesgo de sufrir un infarto.
«La muerte súbita suele ir asociada a cardiopatías congénitas»«Las personas mayores de 35 años con factores de riesgo y que generalmente no están preparados para el nivel de esfuerzo que requiere una maratón o una actividad física deportiva de alta intensidad tienen más riesgo de sufrir un infarto», reconoce Perdiguero que deja claro que todas las personas que hagan ejercicio físico de forma regular, y más aún de alta intensidad, tendrían que realizarse un reconocimiento médico.
En principio, y para quedarnos tranquilos, el jefe de Cardiología habla de un reconocimiento médico estándar, lo que implica una exploración física básica que conlleva una auscultación cardiopulmonar, un electrocardiograma, así como una historia clínica en la que se estudien los posibles síntomas de alarma y factores de riesgo del deportista amateur. «Si este reconocimiento inicialmente es normal y el paciente no tiene antecedentes familiares de cardiopatía, en principio se podría hacer actividad deportiva con cierta seguridad, acorde a la edad y a la intensidad que uno esté acostumbrado», apunta el doctor que recuerda que «si uno no está entrenado, lógicamente, no puede hacer una maratón directamente sin un entrenamiento».
Por contra, si en esta exploración física básica se detecta algo que no sea normal, como una auscultación patológica (soplos cardiacos) o que el electrocardiograma no sea normal el paciente debería someterse a un reconocimiento más específico por parte de un cardiólogo. También en el caso de que el deportista aficionado tenga muchos factores de riesgo como diabetes, hipertensión, sobrepeso u obesidad y sea o haya sido fumador es aconsejable realizar pruebas más específicas como una ecografía del corazón, para valorar el tamaño, morfología y funcionalidad del corazón.
A mayores, prosigue explicando Perdiguero, a las personas que hacen deporte de alta intensidad, a partir de los 35 años, edad en la que ya empieza a haber más riesgo de tener problemas cardiovasculares, se les recomienda hacer un reconocimiento más exhaustivo que incluya ecografía y una prueba de esfuerzo «para comprobar que el corazón tiene una morfología y función normal y que puede realizar actividad deportiva con cierta seguridad».
«Si una persona no está habituada a hacer ejercicio de forma regular la frecuencia cardíaca será más alta, pudiendo llegar a un esfuerzo excesivo para su nivel de entrenamiento y a unas exigencias físicas que puede poner en riesgo su integridad física ya que hay un momento que el corazón no puede acelerarse más», explica el doctor Perdiguero que apunta que en estos casos aumenta el riesgo de tener problemas cardiacos. Por eso este cardiólogo recomienda «estar siempre entrenado» y reducir la intensidad de ejercicio en función de este grado de entrenamiento, la edad y sobre todo si la frecuencia cardiaca es muy elevada durante la actividad.
Aun así, precisa el doctor Perdiguero, el realizarse un reconocimiento médico, incluso lo más exhaustivo posible, «no previene siempre 100% una muerte súbita pero sí disminuye mucho las probabilidades de la misma». Por ese motivo, insiste en la necesidad de que en cualquier competición o prueba deportiva haya siempre personal entrenado para hacer una reanimación cardiopulmonar, tanto básica como avanzada, y también en la importancia de que en estos eventos o recintos deportivos se cuente con desfibrilador.
«Esto realmente es lo que más va ayudar en caso de una muerte súbita inesperada a que las consecuencias no sean fatales», reconoce Perdiguero que lamenta que «si la parada cardiaca ha sido muy prolongada y no se han hecho las maniobras de forma rápida y efectiva, esto "va a determinar el pronóstico del paciente que en muchos casos sufrirá daño cerebral». «Todas las personas, no solo el personal sanitario, deberíamos estar preparados para hacer una reanimación básica (compresiones torácicas) y desde el primer segundo, ya que cada minuto que pasa sin realizar maniobras de reanimación disminuye un 10% la probabilidad de supervivencia», asegura el jefe de Cardiología del Complejo Asistencial de Ávila que está convencido de que estas maniobras realizadas de forma inmediata son fundamentales para salvar vidas.
Signos que nos deberían alertar. Aunque por desgracia los paros cardiacos no suelen dar avisos hay algunos síntomas que pueden indicar problemas: Notar presión o molestia en el pecho al caminar o realizando cualquier actividad física, o fatiga excesiva (falta de aire) al hacer una actividad que normalmente hacíamos previamente sin esfuerzo son, como apunta Perdiguero, algunas de las señales que nos pueden alertar de alguna patología cardiaca. También el que el corazón se acelere de forma excesiva sin causa aparente estando en reposo (palpitaciones), que el pulso sea irregular o que se produzcan pérdidas de consciencia repentinas sobre todo durante el esfuerzo, o estando en reposo (los conocidos como síncopes). En estos casos debería llevarse a cabo una la valoración por parte de un especialista en cardiología.