El decenario de la Trasverberación, que se celebra en el monasterio de La Encarnación, contó con Luis Argüello, presidente de la Conferencia Episcopal Española y arzobispo de Valladolid, para presidir una eucaristía cuya homilía se basó en el amor de Dios, como le llegó a Santa Teresa en la Transverberación, y que es un «fuego vivo que prende en los corazones y lleva a la caridad social que ayuda a generar sociedad, pueblo, ofrece vínculos y cuida especialmente a los más débiles». Este fuego en el mundo que vivimos hoy, dijo, ofrece «destellos del Reino de Dios en medio de dificultades, guerras y desesperanzas». Invitó a acercarse a este fuego porque «el corazón está hecho para arder, o arde del amor de Dios o arde en fuegos que consumen y matan».
Fijándose en Santa Teresa y su propia experiencia con el fuego vivo del amor de Dios, defendió que «es posible vivir una intensa relación con Dios», de forma que «transforme, purifique y dé forma a nuestro corazón en la caridad». Porque somos capaces «de amar con criterios humanos» pero eso no es suficiente, argumentó, para que la experiencia sea plena en nuestras vidas y en la convivencia y vida social. Para ello «precisamos que el amor de Dios entre en la historia» porque estamos llamados «a acoger, compartir y entregar el amor de Dios a los demás».