Según datos del Instituto Nacional de Estadística, en España hay unos 8.800.000 fumadores de tabaco, y unos 9.000.000 millones de ciudadanos que consumen otras drogas ilegales (marihuana, cocaína, heroína, etcétera).
La contemplación de cómo, no hace mucho, los narcotraficantes asesinaban a dos miembros de la Guardia Civil, y demostraban tener mejores medios que las fuerzas del Orden, certificó algo que ya sabíamos hace bastante tiempo: que la zona de Algeciras es una zona de Estado fallido, donde se han aliado el paro laboral y la enorme capacidad de corrupción del narcotráfico.
Creíamos que ese lamentable y denigrante espectáculo, donde los delincuentes muestran su superioridad sobre las personas que luchan por protegernos -y se juegan la vida, y la pierden- suscitaría una rápida y eficaz respuesta del Gobierno. Bueno, la respuesta es una campaña contra el consumo de tabaco, y el olvido de ese fracaso del Estado, en un territorio donde, a diario, se repite la falta de medios y la colonización que el dinero del narcotráfico va extendiendo sobre una población cada día más corrupta.
Menos mal que no sucederá, como en algunos países hermanos del otro lado del Atlántico, donde hasta se han llegado a sacar imágenes de santos y vírgenes para que la cosecha de la cocaína sea excelente. En Algeciras todavía no sucede, porque la droga viene ya empaquetada y preparada para consumir desde Marruecos en narcolanchas veloces, conducidas por bandidos que, si se tercia, asesinan a los guardias civiles.
Por supuesto que hay que luchar contra el tabaco -y lo suscribe un antiguo fumador de cajetilla diaria- pero siendo terribles los efectos del tabaco sobre los pulmones y la salud de los fumadores, son todavía más devastadoras e irreversibles las consecuencias de la drogadicción, acompañada de un daño terrible: la corrupción de pueblos y ciudades, donde los jefes del narcotráfico son vistos como generadores de empleo y empresarios que evitan la miseria. El dinero del narcotráfico es tan abundante que corrompe incluso a policías, guardias civiles, abogados, periodistas y un largo etcétera. Pero no molesten al Gobierno. Está más preparado para poner medallas en los ataúdes de quienes nos defienden por un magro sueldo que para recuperar un territorio de España donde mandan los narcotraficantes.