En casa de Javi y Marga, situada en una urbanización a las afueras de la ciudad, desde el verano pasado cada vez que se hace una comida familiar la consigna es: «vosotros traed el jamón, que nosotros ponemos los huevos». Y es literal. Porque en la casa de esta pareja de abulenses conviven desde el verano pasado cinco gallinas ponedoras que les abastacen de huevos a diario tantos, reconoce él, que cada vez que tienen visita agasajan a familiares y amigos con alguna docena.
Fue Marga, cuenta él, la que propuso la idea de aprovechar una parte del jardín de la casa para hacer un gallinero, algo que de pequeña ella había visto también en su casa. «Yo no era muy partidario», asegura Javi que finalmente acabó accediendo con el trato de que ella se encargara de cuidar las gallinas y también de administrar la producción. Una producción que es muy generosa, reconoce este abulense, teniendo en cuenta que cada una de sus gallinas pone, de media, un huevo al día, lo que suma casi tres docenas a la semana.
«Los huevos tienen mucho más color y mucho más sabor», reconoce Javi al hablar no solo de lo productivo que es este animal sino de lo saludable que es este producto teniendo en cuenta que sus gallinas se crían de forma natural y sin ningún estrés.
Eso sí, como todo, tener gallinas en casa también tiene algún que otro pero, en este caso el de la limpieza ya que son animales que ensucian mucho, especialmente escrementos. Una premisa que en casa de Javi y Marga llevan a rajatabla viendo un gallinero que está impoluto y en el que estas gallinas (tres morenas y dos blancas) viven a cuerpo de rey.
«Solo requieren limpieza porque son sucias», reconoce el propietario de este corral doméstico antes de apuntar que sin embargo son animales muy duros que apenas requieren más cuidados que proporcionarles comida y agua.
Aunque esta pareja apenas sabía nada de gallinas cuando instalaron su gallinero poco a poco han ido aprendiendo sobre un animal acostumbrado desde siempre a vivir con el hombre. Y aunque saben que en muchos gallineros también hay un gallo esa idea está totalmente descartada en casa de esta pareja. «No queremos que todas las mañana cuando salga el sol nos despierte el canto del gallo, ni a nosotros ni a nuestros vecinos», bromea Javi mientras invita a sus gallinas a entrar de nuevo en el gallinero y éstas lo hacen con su peculiar cacareo que en casa de esta pareja se ha convertido en un sonido más junto con el ladrar de los perros desde hace casi un año.