Editorial

Lucha contra los incendios intencionados en la provincia de Ávila

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Los peores augurios se han cumplido y esta semana se han vivido los incendios más preocupantes de todo el verano en la provincia de Ávila, si exceptuamos el que tuvo lugar a principios de agosto en El Hornillo. Se venía advirtiendo desde diferentes ámbitos la preocupación que existía por la proliferación de incendios intencionados en esta provincia, que había quedado minimizados gracias a la rápida y eficaz de los equipos de lucha contra incendios que han vuelto a demostrar su gran profesionalidad. Sin embargo, esta semana, esos incendios intencionados han cobrado una mayor virulencia, aprovechando las adversas condiciones meteorológicas que se han dado, y si no han alcanzado un mayor daño ha sido, de nuevo, porque esos dispositivos han multiplicado sus esfuerzos y con una acción coordinada han logrado contenerlos en un tiempo mínimo.

A pesar de ello se han provocado daños en el patrimonio y en espacios naturales con valor ecológico, tal es el caso del yacimiento arqueológico de El Raso o el pinar de Cabizuela. En el primero de los casos, desde las distintas administraciones (Junta de Castilla y León, Diputación de Ávila y Ayuntamiento de Candeleda) ya han mostrado su compromiso para devolver a ese yacimiento todo aquello que se ha arrasado, especialmente esos dos chozos musealizados que hacían las veces de centro de interpretación de un espacio arqueológico que, no hay que olvidar, recibe a 22.000 visitantes al año, lo que da muestras de la importante desde el punto de vista turístico y cultural que tiene para esa comarca. Ese compromiso no debe tardar en materializarse en ayudas económicas para empezar con su reconstrucción en el menor tiempo posible.

Pero el peligro no ha pasado y, como reconocía el delegado territorial de la Junta en Ávila, tienen la certeza de que existen incendiarios en la provincia, especialmente en la zona del Tiétar y, por lo tanto, hay que mantenerse en guardia, porque se pueden seguir dando altas temperaturas y fuertes rachas de viento que ayuden a esos pirómanos a llevar a cabo sus acciones terroristas medioambientales. Y ahí, por muchos medios técnicos de vigilancia que se desplieguen, como pueden ser drones o cámaras de vigilancia, es muy difícil controlar todo el territorio, y hay que apelar a la colaboración ciudadana para lograr acabar con ese drama social, que supone que haya personas que no tengan ningún pudor en atentar contra el medio ambiente de esta forma tan salvaje, buscando también, en muchas ocasiones, hacer daño a las personas. Y en la provincia, como se ha podido demostrar, esas personas existen, y actúan con impunidad porque en la mayor parte de los casos no se logra dar con ellos. Una realidad lamentable contra la que hay que seguir luchando, más allá de que se deba aplicar una política medioambiental con la que se trate de luchar contra los incendios a lo largo de todo el año, primero, fundamentalmente con acciones preventivas y, en el peor de los casos, luchando directamente contra el fuego con equipos profesionales, en número suficiente, y que tengan los mejores medios a su disposición.