Escribíamos ayer que se iba, que Sánchez dimitiría de la presidencia del gobierno. Pues no. Se queda. Los periodistas no siempre acertamos por muy fiables que nos parezcan las fuentes o por no interpretar bien lo que nos transmiten,
Lo ha anunciado con un discurso brillante, muy bien construido, en el que se presenta como la Gran Víctima de una operación de acoso, de una operación plagada de las mentiras más groseras, de odio, de machismo -se relega a la mujer al ámbito doméstico y las obliga a sacrificar sus carreras profesionales en beneficio de sus maridos-, de insidias y falsedades. Denunciò la degradación de la vida pública defendiendo lo que calificó como "valores troncales" de la sociedad española, el respeto y la dignidad.
Ni una palabra de autocrítica, incluso dijo de sí mismo que "queremos a España". Se supone que en el plural incluía a su partido en ese querer España. Cualquiera que no conozca la situación actual de España sentiría una profunda admiración por un hombre dispuesto a renunciar nada menos que a la jefatura de gobierno para luchar por el triunfo de la democracia en su país y recuperar los valores perdidos por culpa de una oposición insidiosa, irresponsable y dominada por el odio. Pero ese patriotismo y compromiso es falso.
La capacidad de engaño del presidente es inconmensurable, su capacidad infinita de hacer de la mentira virtud. Acusa a sus adversarios de las infamias que él utiliza. Quiere a España, pero ha cedido a las exigencias de partidos que pretenden destruirla. Por no mencionar sus mentiras y las promesas incumplidas, las acusaciones sin fundamento a sus adversarios y familiares, los pactos con quienes aseguró que jamás pactaría, promover leyes que negó que aceptaría, o borrar para siempre los delitos de personajes turbios, incluso colaboradores del terrorismo, que se cobraron así el precio a pagar por el apoyo a iniciativas de su gobierno.
Se ha apoderado de las instituciones del Estado con una metodología propia de sus amigos del Grupo de Pueblo, que incluye a algunos de los personajes más peligrosos y dictatoriales del Latinoamérica. Ahora se ha marcado Sánchez en su agenda la toma del poder judicial. Sin embargo, se autopresenta el presidente como el Gran Defensor de la Democracia. No cabe mayor insidia.
Le ha respondido Feijóo incidiendo en el daño que ha hecho Sánchez al país, por la descripción que ha hecho de una España "oscura", con el discurso "más peligroso "de los que ha hecho en estos años. Denunció que Sánchez no acepta la independencia de los jueces ni la libertad de información, indispensables en el Estado de Derecho. Confesó que no tenía datos sobre las supuestas intenciones de Sánchez de cambiar el sistema de elección del CGPJ.
El presidente del PP, con palabras duras, recordó que él va a seguir defendiendo el proyecto democrático y de libertad desde la oposición, y va a ser el defensor de los españoles "indignados".
Nos aguarda una etapa política de inconmensurable crispación.