La Semana Santa tiene un espíritu común pero las manifestaciones cambian en cada localidad que la vive, aunque sea principalmente con procesiones y viacrucis. En la provincia de Ávila se pueden encontrar ejemplos en muchas de las localidades que la forman, que se convierten además en un lugar de retorno de aquellos ligados a los municipios pero que ya no viven allí. Las fiestas de Semana Santa son un motivo más para volver.

En Arévalo, según relata Ricardo Guerra, se suspendió una segunda procesión debido al agua intermitente y el viento. No obstante los cofrades y mucho público realizamos una estación de oración, y los niños del Niño Jesús Nazareno dieron una vuelta en el templo de El Salvador al ritmo de la Banda de Tambores de la Vera Cruz. Era su primer año y así colmaron algo sus ilusiones. El párroco realizó unas meditaciones en torno a las escenas pasionales de los pasos para finalizar con una oración y el canto de la Salve popular.

Pero en Arévalo sí que salió el Santo Entierro y mucho público acompañó la procesión, mientras que el frío se fue apoderando hasta acabar el acto con tres grados. Salieron los pasos del Amarrao, Cristo de la Buena Muerte, el Niño Jesús Nazareno, el Santo Entierro, la Vera Cruz y la Virgen de las Angustias, a los sones de la Banda de Tambores de la Vera Cruz y la Banda Municipal de Música.

La Pasión en la provinciaEn la misma Moraña, en Fontiveros en una mañana desapacible por la lluvia, la procesión del viacrucis se tuvo que celebrar en la parroquia de San Cipriano. No se suspendió pero hubo cambio de escenario.

En El Barco, señala María Jesús Carrera, después de alguna duda porque estaba a punto de llover, se realizó la procesión con las imágenes de la Virgen de la Soledad, el Santo Entierro, el Cristo del Perdón y la Piedad. Aprovecharon una ventana que dio la lluvia y la nieve que cayó a lo largo de la tarde.

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