Alfonso Ortega crea cátedra. Sitio que recomienda, sitio que se llena. Y es que este abulense, convertido por casualidad en uno de los creadores de contenido con más tirón de nuestro país, tiene una legión de seguidores que siguen a pies juntillas sus recomendaciones sobre bares y restaurantes que merece la pena visitar. Ortega, o Cocituber, su alter ego en las redes, se ha ganado la simpatía y credibilidad de miles de personas que apuntan en su listado de sitios de obligada visita aquellos negocios hosteleros que Ortega visita y recomienda desde hace algo más de dos años.
Aunque ahora goza de mucha popularidad, tanta que asegura que le reconocen por la calle e incluso le piden fotos y autógrafos, la relación con las redes sociales de este abulense no solo fue fruto de la casualidad sino una vía de escape en un momento complicado de su vida. Y es que Alfonso, como el ave fénix, ha resurgido varias veces de sus cenizas, la última de forma incólume y vigorosa y moviéndose por el mundo virtual como pez en el agua.
Alumno de la Aneja, y tras una temporada en un internado de Salamanca, Alfonso empezó a estudiar Informática, estudios que compatibilizó trabajando en distintos bares de Ávila como en el mítico El Encuentro, del que tan buenos recuerdos guarda. Como otros muchos jóvenes de esa época, y por desgracia también de las posteriores, Alfonso terminó yéndose a Madrid para trabajar, primero, en unos grandes almacenes y donde algún tiempo después montó una empresa de páginas web hasta que «vino la crisis del 2008 y nos arruinamos todos», apunta al hablar de una de esas veces que el ave fénix que lleva dentro ardió bajo las llamas para resurgir de sus cenizas después. En aquella ocasión ese renacer vino ligado al humor ya que Alfonso lo hizo convertido en monologuista y de la mano de Paramount Comedy. Haciendo reír con su humor irreverente y políticamente incorrecto estuvo varios años este abulense que ganó varios certámenes de monólogos, lo que hizo que no le faltaran bolos por toda España. Hasta que también el formato monólogo perdió fuelle y de nuevo Ortega se vio obligado a reinventarse en un momento, además, en el que tocaba fondo. «Soy alcohólico», empieza decir para explicar cómo comenzó su relación con las redes sociales. «Dejé de beber el 11 de julio de 2021 y me aburría», prosigue Ortega, que cuenta que en aquel momento tan decisivo para él no se le ocurrió mejor cosa que ir a uno de los bares que solía frecuentar y grabar un vídeo en el que contaba cuáles eran las mejores tapas de ese lugar y por qué le gustaba ese sitio. Sorprendentemente, reconoce, ese vídeo, que colgó en sus redes sociales, tuvo muchísima repercusión y miles de visitas, lo que le animó a seguir con esa afición que curiosamente le llevaba a los bares en un momento en el que cualquier otra persona que estuviera intentando dejar de beber hubiera renunciado a frecuentar estos espacios.
«La gente grababa sitios muy cool, lugares muy 'instagrameables', y sin embargo yo iba a baretos, que es lo que hay en Ávila y a donde a mi me ha gustado ir siempre», reflexiona Alfonso sobre por qué cree que desde el primer momento sus vídeos, en los que recomienda dónde comer las mejores patatas bravas de Madrid o los torreznos más apetitosos, gustaron tanto.
«En septiembre grabé mi primer vídeo y en enero dejé de trabajar», recuerda Alfonso al hablar del repentino e inesperado éxito que tuvo Cocituber, el personaje que creó para las redes sociales y con el que recorre bares de toda la vida por toda geografía española. «Desde que empecé todo lo petó. Nadie recomendaba eso, el bar de abajo de tu casa», rememora esos inicios como creador de contenido.
Recuerda Alfonso que el primer vídeo que subió fue el de 'La casa de los minutejos', un bar de esos de toda la vida de Carabanchel que toma su nombre de una especie de pequeños sandwiches de oreja laminada. «Ese vídeo tuvo cuatro millones de visitas», apunta este abulense que aunque ahora tiene perfil en otras redes asegura que «fue Tik Tok lo que me lanzó». En pocos meses Cocituber ya tenía 100.000 seguidores y actualmente suma más de 700.000 en todos sus cuentas. «Subir es más fácil, mantenerse ahí es lo difícil», reconoce quien asegura que pese a las ofertas «nunca saco nada que no me guste». Y es que Alfonso es consciente de la «responsabilidad» que tienen las redes, tanto para aupar como para hundir. «Llegas a mucha gente y el daño que puedes hacer es muy grande», reflexiona para explicar que por eso sus vídeos siempre son divertidos y amables. «Mis seguidores se fían de mi», dice consciente de lo importante que es cada negocio que Cocituber recomienda.
¿Qué es lo primero que se le viene a la cabeza sobre Ávila?
La familia. Y los amigos, que si no se van a quejar.
¿Qué es lo que más le gusta de Ávila?
Lo que más me gusta de Ávila, de siempre, han sido las tapas. Es una afición que tenía y Cocituber viene de ahí.
¿Y lo que menos?
Más que no me guste es que me da pena como ha bajado mucho todo. No creo que sea la Ávila que conocí yo cuando tenía 18 años. Hay menos gente, muchos locales cerrados, la población muy envejecida... Antes había muchísimos jóvenes.
Un lugar para perderse.
Yo vivo en Madrid y cuando voy a Ávila, antes de ir a ver a mis padres, yo me paso por La Roca. Lo primero que hago al llegar a Ávila es pasar a ver a José e Isma por La Roca y luego, después de mi Coca-Cola y mi oreja rebozada, ya voy a ver a la familia. Es mi ritual de siempre. Es un bar al que tengo mucho cariño desde pequeño porque viven mis padres al lado y con los amigos... nos hemos criado, como digo yo, ahí. .
Un recuerdo de su infancia.
Me acuerdo mucho de mi abuelo Cayo, que tenía la fábrica de chocolates Coty, que ha sido muy famosa. Me acuerdo mucho de él y de cuando íbamos a una finca que tenía al lado de Ávila donde montábamos a caballo. Los recuerdos con mi abuelo son muy buenos. También del resto de abuelos; de mi abuela Cere, la madre de mi padre. Siempre. A los abuelos siempre se les echa de menos.
Un personaje abulense que le haya marcado.
Pues quizás mi abuelo Cayo, que era un tío muy conocido aquí. Nos criamos mucho con él, era un señor muy importante aquí en la ciudad y era un señor muy divertido. Conocía a todo el mundo y nos llevaba a todos lados, era un señor con mucho dinero y, no sé, era un personaje curioso.
El mayor cambio que necesita Ávila es...
Atraer más turismo joven. Por ejemplo, lo comparo siempre con Segovia, en el tema de la restauración nosotros no tenemos un Cándido o un José María, un restaurante donde todos los días coman 300 personas. Eso no existe en Ávila; un referente hostelero que tenga colas todos los días y que atraiga gente y eso es una pena. No entiendo por qué una ciudad como Segovia, que está tan cerca, tiene ese tipo de cosas y Ávila, con la buena gastronomía que tiene, no. Yo lo veo por la calle, con el coche, vas por la ciudad y veo un montón de locales cerrados.
Y Ávila tiene que mantener...
Voy a tirar por mi sector... tiene que mantener los bares de siempre. No hay que cambiar el tipo de pincho. Creo que nos estamos modernizando y eso a mí solo me gusta. Me gusta que me pongan oreja, callos, lengua, pata... y nos estamos cargando eso. Me parece que tienes que guardar tu esencia y si pierdes eso estás jodido. Me estoy haciendo mayor.
¿Qué le parece la Ávila hoy?
A mi me gusta mucho venir a ver a mi familia, a mis sobrinas y a mis amigos. Me gusta venir cuando no hace tanto frío, en eso me he hecho muy madrileño.
¿Cómo ve Ávila en el futuro?
Espero que prospere y que vuelva un poco a ser como era antes. Que la industria y las tiendas vuelvan a funcionar y que la gente pueda montar sus negocios porque si no toca largarse y yo no recomiendo irse a Madrid a vivir. Es difícil. Con 1.200 euros no haces nada; es una ciudad muy cara.
¿Qué puede aportar a Ávila y su provincia?
Yo creo que lo que estoy haciendo ya. Creo que desde mi pequeño nicho doy visibilidad a la hostelería.