La 'sala de máquinas' de un equipo único

J. Caballero (SPC)
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El egarense fue nombrado mejor jugador en la edición de 2008. - Foto: HELMUT FOHRINGER

Hubo un tiempo en el que a la selección española se la conocía como la Furia por su marcado carácter en el terreno de juego. No fue hasta la llegada de Luis Aragonés cuando el combinado nacional 'mutó' hasta convertirse en la Roja, en parte por un nuevo estilo de juego en el que aquella escuadra dominaba los encuentros a través del juego de posesión.

En la Eurocopa de 2008, aquel plantel dio una 'vuelta de tuerca' con un estilo de juego fresco y novedoso. El encargado de plasmar las directrices de aquel entrenador sobre el césped fue Xavi Hernández.

El centrocampista de Terrasa fue la cara más visible de aquellos 'locos bajitos' que llevaron a España a un ciclo de éxitos. 

Desde la posición de mediocentro, el egarense fue el encargado de ejecutar a la perfección la idea de 'El Sabio de Hortaleza'.

Su rendimiento en las eliminatorias del torneo continental fue excelente. En especial, en las semifinales contra Rusia, donde España dio un recital para imponerse por un marcador de 3-0. El primer tanto de aquel choque llevó la firma del centrocampista.

También fue capaz de dejar su sello en el encuentro por el título frente a Alemania, pues fue el encargado de asistir a Fernando Torres, autor del gol que dio a España la segunda Eurocopa de su historia.

Aquel campeonato supuso un punto de inflexión en la carrera de Xavi Hernández. Fue nombrado mejor jugador de aquel certamen. El equipo técnico de la UEFA, por aquel entonces, destacó «su impresionante capacidad para llevar la manija de los partidos en el centro del campo». 

Discutido anteriormente por muchos, en el Barcelona de Pep Guardiola siguió engrandeciendo su leyenda.

En lo que respecta a la selección, vistió hasta en 133 ocasiones la camiseta de la Roja. Fue una pieza indiscutible tanto en el Mundial de 2010 como en la Eurocopa de 2012, donde España volvería a revalidar el título. Partió desde el once titular y disputó los 90 minutos en aquella final en la que el combinado nacional arrolló a Italia, a la que doblegó por un contundente 4-0.