Zona: terreno o superficie encuadrada en ciertos límites. En Ávila «La Zona» hasta ahora se relacionaba con la asociación de vecinos de la zona Norte y más en concreto con sus equipos aficionados de categorías inferiores de un fútbol local dividido y disperso. Desde el pasado viernes la Capital añade a su trama urbana la ZONA en mayúsculas (2025). Aprobada provisionalmente por el Ayuntamiento la ZBE (zona de bajas emisiones) y en espera de su publicación y trámite de información pública – alegaciones– este espacio parece destinado a cambiar la fisonomía de una ciudad que no la necesita o no al menos en la forma prevista, si no va acompañada de otras actuaciones. 
Siendo Ávila ciudad Patrimonio de la Humanidad y principal exponente del grupo de ciudades del mismo nombre deberían como lobby político ejercer su liderazgo y presión nacional, bien para adecuar sus espacios –mayores dotaciones económicas y salvaguardas legales para una profunda renovación urbana, aparcamientos subterráneos incluidos– a la exigencia normativas de «LA ZONA». Eso cuando no presionar al gobierno nacional para su no implantación, postergación e incluso normativizar sus muy diversas singularidades y particularidades. Mas fructífero que los suntuosos viajes de sus alcaldes justificados con la excusa perfecta de una promoción en la era de las de las redes y las tecnologías.
Tengo la impresión que la exigencia de crear ZBE – calidad de aire y del ruido– está sirviendo de subterfugio para peatonalizar la ciudad vieja de Ávila que ya está semipeatonalizada y que por tanto no justifica los requisitos, ni alcanzaría los niveles exigibles – calidad del aire y mitigar gases efecto invernadero– para ubicarla ni ahí, ni en toda la extensión del óvalo propuesto. Otras zonas de la capital tienen más tráfico, más población, más emisiones y más ruido. La ZBE abulense es, ya, un contrasentido que además de que ahuyentará más residentes y comercios, deberá también eliminar emisores acústicos (conciertos, etc).
Al margen de otras consideraciones, LA ZONA debe incluir un modelo económico que compare la situación base –no hacer nada– con la situación esperada tras la implantación (beneficios y costes a considerar). Se admiten apuestas.