Es grave, muy grave, todo lo que está sucediendo dentro del que se podría conocer «partido sanchista» (Partido Socialista Obrero Español, como oficialmente se sigue llamando). Los medios de comunicación que no están sujetos a la protección ideológica del aparato gubernamental describen un panorama que no es propio de una sociedad democrática: Quien está al frente del Gobierno de España parece que solo busca su interés personal para seguir disfrutando de los placeres del poder. Y en este objetivo emplea todas las armas que tiene a su alcance para destruir a los que se opongan a ello, sean de su propio partido o no. El último en caer ha sido el secretario de los socialistas de Madrid, que ha tenido la osadía de acudir a un notario para registrar unos documentos, filtrados desde Moncloa, para que los usara políticamente contra la presidenta de la Comunidad de Madrid. Antes cayeron otros, y caerán todos aquellos que osen levantar la voz a lo que la máxima autoridad decide. Muchos, no obstante, por miedo esconderán sus críticas.
Al presidente del Gobierno en las últimas semanas le cercan varios escándalos: imputación de su esposa, de su hermano y, del fiscal general del Estado, por supuestos diferentes delitos. A esto hay que añadir la llamada "trama Koldo", en la que aparecen quien fuera su mano derecha en el partido y en el Ejecutivo; las declaraciones del comisionista Aldama, que salpica a varios ministros y altos cargos que, al parecer, recibieron comisiones por hacer tratos de favor; y ahora, la forzada dimisión del responsable del partido en Madrid. En cualquier país plenamente democrático, ante una situación así, un presidente de gobierno con dignidad hubiera dimitido. Aquí eso no va a suceder. Ya asistimos a la comedia que hace unos meses interpretó tomándose unos días de descanso para pensar si le merecía seguir en el cargo ante las acusaciones que aparecían en los medios de comunicación sobre supuestos delitos cometidos por su esposa. Tras aquella comedia, decidió seguir como si no hubiera pasado nada y lanzó, como es costumbre en él, sus dardos contra los que se atreven a poner en duda la honorabilidad de su esposa. Y la de él.
Para el actual presidente del Gobierno, a quien mentir es simplemente un cambio de opinión, ceder al chantaje del independentismo es normalizar el país, y gobernar es, simplemente, que todos reconozcan que él se sacrifica por el bien del pueblo, nada le va a apartar de su principal objetivo que no es otro que seguir y seguir, cueste lo que cueste. Los que supongan un peligro para esto, han de ser 'triturados'. Usará todos los métodos que crea oportunos, como el miedo, la denuncia ente la justicia de delitos improbables, el halago o el descrédito. Y visto lo visto, nos tenemos que acostumbrar a esto.