José Luis Izquierdo, polifacético e inquieto abulense que es capaz de sacar tiempo para ejercer como exitoso conferenciante, presentador, empresario, ilusionista, guionista y actor bajo el alias de 'Mago More', publicó a principios de verano el libro Superpoderes para el día a día, una compilación de reflexiones vitales, con mucha sustancia al tiempo que divertidas y en muchos casos cómplices, que toman la forma de una especie de discurso cercano que ayuda al lector a que su devenir diario sea un poco más alegre, más eficaz y más fácilmente superable por muchas que sean las dificultades que existan.
Lo que ofrece en este libro es un conjunto de 150 textos de no más de dos páginas cada uno que More ha escrito como reflexiones abiertas en las que, a modo de e-mail, desarrollan ideas y enseñanzas que está convencido de que por su sencillez y facilidad de llevar a cabo pueden ayudar a cualquier persona a que su vida sea un poco más fácil… o menos difícil.
Cada uno de esos textos, que abordan con serio desenfado muy diferentes aspectos de la vida que de alguna manera comparte la mayoría de los mortales de este primer mundo (¿al contado o a plazos?, aprender de los errores, la importancia muchas veces de reiniciar, el dinero, las emociones, no postergar las tareas, el papel del baño, los idiomas, el azar, la necesidad de reflexionar...), es introducido por un título que sirve de 'gancho' para la lectura y se cierra con una frase sentenciosa y llena de sabiduría de grandes personajes de la historia que, de alguna manera, viene a refrendar y /o resumir lo que More ha contado antes en un puñado de párrafos.
Un libro y un reto, porque la disciplina de escribir cada día un e-mail parece complicado.
Pues sí, para mí fue un reto escribir todos los días, aunque lo hice por el prologuista del libro, que se llama Isra Bravo y escribe todos los días. Me planteé el reto y sentí miedo ante la duda de si sería capaz o no de crear todos los días un texto distinto que aportase algo al lector.
¿Y qué tal la experiencia?
Bien. Descubrí que ese miedo que tienes de lanzarte al vacío al final es lo que te impulsa a cumplir el reto y el objetivo, y así fue posible llevarlo a cabo.
Algún truco más tendría para ayudarle a cumplir ese desafío.
Pues sí, y eso es una cosa que llamo precompromiso previo. Es decir, que si te propones hacer algo y se lo cuentas a todo el mundo no te quedan más narices que cumplirlo. Cuando tienes una idea y quieres asegurarte de cumplirla lo mejor es decírselo a todo el mundo, porque a partir de ese momento ya lo tienes que hacer, te obligas a ello, y eso es una magnífica estrategia.
Y no faltará tampoco una buena organización de su tiempo…
Tampoco eso puede faltar, porque además, como digo siempre, los hábitos hay que anclarlos a un espacio y a un tiempo para no perderlos. Yo todos los días me pongo a escribir a la misma hora en el mismo sitio, y si estoy fuera de casa me pongo una alarma para recordarme que tengo que hacerlo. Una vez que tú ya tienes este hábito desarrollado el cerebro te recuerda que tienes que escribir, y ante ello te pones todo el rato en modo escucha. Es decir, que estoy contigo hablando y se me ocurre que eso puede ser una historia; leo algo y puede ser una historia… siempre estoy intentando encontrar cosas para escribir que puedan ser interesantes para la gente.
¿Cree que la rutina, muchas veces mal vista, puede ser bien asimilada un valor importante para una vida más organizada y fructífera?
Sin duda. Desde mi punto de vista hay dos cosas que están muy denostadas sin razón en esta sociedad, y una de ellas es la de la rutina, el tener un método... Yo antes era muy desorganizado y solía decir, como excusa para serlo, que los genios son desorganizados. Pero la realidad es que si tú tienes una rutina para llevar a cabo lo que tienes que hacer todos los días eres muchísimo más productivo.
¿… y la otra cuál es?
La memoria es la otra cosa que considero que está injustamente denostada en esta sociedad. Y para mí la memoria es muy importante porque al final ocurre que si tú quieres ser creativo tienes que unir puntos, y esos puntos tienen que estar en tu memoria porque de lo contrario eres incapaz de hacerlo, de relacionar datos que te ayudan a entender el mundo.
Con el auge de la inteligencia artificial yo reivindico la capacidad de poder conectar puntos y de tener una creatividad que, entre otras cosas, te la da la memoria. Y no hablo de la memoria mal entendida en el sentido de aprenderse todos los ríos y los afluentes de España, sino de tener unos referentes con los que tú luego sacas tus propias conclusiones.
El otro día estaba con Íker Jiménez e hicimos un experimento con la IA, que fue coger una canción de Maluma y Daddy yankee y convertirla a endecasílabos, como si fuera de Quevedo, y luego hice al revés y una poesía de Quevedo la convertí en reggaeton. Y para poder hacer eso tienes que tener en tu memoria lo básico de esa información.
Comenté a un amigo que estaba leyendo Superpoderes para el día a día y me dijo que le sonaba a un libro de autoayuda, ¿está de acuerdo con esa definición?
Para nada. ¿Sabes lo que pasa con los libros de autoayuda?, pues que hay mucha gente que te dice que eso ya se lo sabe, pero yo lo que digo es que el conocimiento no cambia el comportamiento. Es decir, tú puedes saber mucho o todo, pero si luego no lo aplicas no te vale absolutamente de nada. Y ¿quién define qué es un libro de autoayuda? Normalmente cuando la gente dice «este es un típico libro de autoayuda» yo veo a tipos que siempre están protestando, a quienes les parece todo mal, que echan la culpa de todo a los demás y nunca a ellos mismos, que no se preocupan por mirarse dentro y por mejorar. A mí me gustan los libros que te hablan de esfuerzos, de resiliencia, de valores y de compromiso. No me gustan los libros de autoayuda americanos que te aseguran que vas a poder conseguir algo en una semana, porque eso es mentira.
Hay autoayuda buena y autoayuda mala, depende de la promesa que te hagan, pero mi libro no tiene nada de autoayuda en el sentido que son pensamientos míos, con los que hay mucha gente que se siente identificada y que les ayudan. La verdad es que he escrito este libro porque empecé con la rutina del e-mail diario, y no sabes la cantidad de e-mail que recibo en los que mis lectores me cuentan que esos escritos les ayudan mucho a mejorar. Me llama la atención que los propios lectores sean los que te dicen que les está yendo muy bien con el libro.
Si lo definimos como libro de motivación personal ¿es más acertado?
Simplemente yo escribo mis pensamientos, veo que conectan con la gente y a partir de ahí decido recopilarlo todo en un libro, no tiene más misterio. Pero en realidad el mío es un libro de glosas, como las que hacían con los primeros textos en castellano, y lo que yo escribo y comparto no son más que anotaciones, cosas que yo voy aprendiendo y que me gustaría transmitirles a mi hijos. Yo escribo una pequeña historia de cada uno de estos aprendizajes o reflexiones, y resulta que descubres que la mayoría de la gente tiene las mismas inquietudes o las mismas motivaciones; y cuando te das cuenta de que conectas con la gente es porque todos en el fondo nos preocupamos por lo mismo.
El esquema del libro lo hace muy accesible. Una reflexión que ocupa una página y pico y luego una frase seleccionada que resume lo esencial de ese pensamiento y ayuda a entender todo mejor. ¿Que le ha costado más, el e-mail con sus pensamientos o encontrar la frase ajena que condensa la esencia?
Hay días que escribo el e-mail en 15 minutos y hay días que tardo dos horas en escribirlo, porque una cosa es tener la idea y luego otra cosa diferente es aterrizarla y que sea sugerente. A mí me gusta que la gente vaya descubriendo la historia a medida que avanza en la lectura.
Y lo de la frase tiene su miga. Yo tengo un excel porque llevo dos años y picos escribiendo un e-mail todos los días, y eso significa más de 800 frases, que tengo que no utilizar dos veces. Reconozco que hay veces que es muy complicado encontrar una buena frase.
¿Cuánto más condensada está una idea mejor llega, o no necesariamente es así?
La gente cada vez lee menos, y lo que yo he hecho es lo que llamo un libro TikTok, en el sentido de que igual que los chavales se meten en el TikTok y hacen un scroll vertical con el dedo para pasar a la siguiente historia, yo en el fondo digo que lo que hay que hacer en mi libro es un scroll horizontal para ir pasando páginas. Y conozco padres que se lo han empezado a leer a sus hijos y se han enganchado al libro gracias a que son historias cortas.
Usted recomienda en el subtítulo 'tomarse' una de esas historias (píldora) al día, ¿más de una es excesiva o no daña a la salud del lector?
(Risas) No, no pasa nada. Hay gente que me dice que les está gustando tanto el libro que lo quieren espaciar, dosificarlo, y yo lo que digo es que la mejor manera de enfrentarte a él es leer una historia, aterrizarla un poquito y asimilarla, y si quieres luego pasas a la siguiente. Pero considero que leerlo todo seguido no es acertado porque no lo masticas bien, no lo asimilas.
O sea, que una dosis de hasta tres o cuatro píldoras diarias es la dosis ideal
Más o menos esa es la dosis que yo creo adecuada; luego que cada cual busque el momento que mejor le venga, antes de acostarte o cuando vas al baño, que creo que es un momento ideal.
En esas reflexiones aborda todo tipo de temas, ¿se siente más inspirado por alguno en concreto o todos son igualmente motivadores?
Creo que cualquier asunto puede ser bueno para hablar de él, por mucho que haya unos con los que te sientes más identificado y otros que pienses que no van mucho contigo. Pero insisto en que la mayoría de los temas que abordo son ideas que me dan los propios lectores.
Vamos, que bien abordado ningún asunto es ajeno al ser humano si éste tiene verdadera curiosidad por aprender.
Así es, y a veces ocurre que piensas que han escrito un e-mail normalito y luego los lectores te hablan maravillas de él, y otras, al contrario, piensas que te ha salido una reflexión magnífica pero para quienes te leen pasa desapercibida. Nunca sabes qué va a funcionar o qué no va a funcionar, o qué va a empatizar más con la audiencia; a lo mejor tú piensas que es una cosa que está muy manida y que sólo te pasa a ti y de repente te das cuenta de que no, que es que le está pasando a todo el mundo.
Por eso cualquier temática es susceptible de ser abordada.
Sí. Yo hablo de todo: de compararse con los demás, de prejuicios, de todo tipo de sentimientos..., y a veces meto algún chiste que me parece divertido para sacar una reflexión. No tengo una temática establecida, la vida misma es la temática.
Siempre el humor es un ingrediente importante, ¿una reflexión con humor llega mejor al lector?
Sin humor, todo esto sería a mi entender menos atractivo y menos asimilable, y lo mismo llegaba menos a lector.
¿Revisa usted mucho lo que escribe o tras la primera escritura apenas cambia nada?
¿Sabes lo que pasa?, que yo nunca me he considerado escritor. De mi primer libro vendí más de 100.000 ejemplares, y aunque algunos me dicen que por eso soy ya un gran escritor yo no me considero como tal, yo soy alguien que simplemente utiliza el lenguaje conversacional, que es lo que llega. Y sobre lo que me preguntabas de revisar lo que escrito, la mayoría de los e-mail ni siquiera están revisados. Yo no soy de esos escritores que dicen que voy a cambiar aquí sinónimo para que parezca más intenso o cosas por el estilo; yo simplemente escribo como hablo, y creo que esa es la clave de que funcione, que es un lenguaje muy natural.
¿El lenguaje políticamente correcto nos quiere hacer ser más diferentes de lo que en realidad somos?
No sé, lo que sí tengo claro es que cuando estás de verdad en contacto con alguien diferente, bien por características físicas bien por ser de una clase social distinta, cuando de verdad te conoces te das cuenta de que somos mucho más parecidos de lo que pensamos. Es lo que me ha pasado a mí con Adil, un 'ahijado' que vive en la Cañada Real al que he decidido ayudar, que yo he cambiado mi forma de pensar y él la suya.
¿Seguimos anclados en muchos prejuicios?
Sí. Adil me dijo que algunos de sus amigos le decían que yo no iba a ayudarle nada, que yo era un rico que iba a hacerme fotos y a aprovecharme de él, y yo podría haber pensado que ese chico estaba allí vendiendo droga, y todo eso es erróneo. Los prejuicios son normales y todo el mundo tiene prejuicios, y yo hablo mucho de ellos para que la gente se dé cuenta de ello y lo supere.
Y también habla mucho en su libro de ayudar a quien lo necesita.
Hablo mucho de ayudar porque hacer eso es algo fantástico que hace mejor no sólo al ayudado sino también a quien ayuda; te rejuvenece por dentro, te cambia el marco de referencia y te ayuda a estar agradecido de vivir lo que vives y de tener lo que tienes, y eso es muy importante. Y muchas veces nos vamos a ayudar a la India o a otros lugares lejanos, donde seguramente tenemos cosas que hacer, pero nos olvidamos que tenemos esa misma realidad y que podemos ayudar mucho más cerca.
En cualquier caso, deja entrever que cualquier ayuda no llega de forma pasiva a quien la busca sino que necesita de su implicación activa.
En realidad yo no tengo la intención de cambiar la vida a nadie, yo simplemente he escrito un libro con historias que creo que pueden ayudar a la gente de alguna manera; si esas historias y su intención llegan a la gente y les ayudan pues fantástico, y si no pues que se lo pasen bien leyéndolo.
Ahí está rebajando usted las expectativas.
Quizás, pero ¿sabes qué pasa en el día a día?, que cuando las expectativas son muy altas es muy probable que cuando conozcas esa realidad te digas a ti mismo que no era para tanto, pero si lo que te esperas no es algo muy alto y es de verdad bueno, cuando llegas a ello es mucho más intenso, más satisfactorio. En la vida todo es cuestión de expectativas, y para aplicarlo a mi libro diría que simplemente son un puñado de historias divertidas que te remueven un poquito por dentro, que te llaman la atención; si después de leerlas tú quieres sacar conclusiones y llevarlas a la práctica para que te ayuden a cambiar a mejor, pues eso sería magnífico.