Destinos que dejan huella profunda en el viajero

David Casillas
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Sonsoles Sánchez-Reyes presentó el libro 'El alma en los viajes', en el que recrea los sentimientos que le han dejado lugares emblemáticos a los que invita a mirar con los ojos y con el corazón

Destinos que dejan huella profunda en el viajero - Foto: David Castro

Viajar es una actividad últimamente demasiado centrada en el puro ocio, que se agota en sí misma y va poco más allá de hacer muchos kilómetros y tantas o más fotos, pero recorrer el mundo (cercano y lejano) es también un arte para disfrutar de él y una actividad muy recomendable porque 'desasna' mucho a quienes tienen poco horizonte y porque, además, ayuda a minimizar e incluso a acabar con los prejuicios que llenan la cabeza de los lectores de un único libro y conocedores de un único lugar.

Centrándose en estas últimas 'acepciones', las de convertir el viaje en una intensa experiencia que deja huella y enriquece a quien apuesta por conocer lugares nuevos, la profesora universitaria abulense Sonsoles Sánchez-Reyes acaba de publicar el libro El alma en los viajes (editorial Cuadernos del Laberinto), un volumen en el que reúne un puñado de historias que, explica ella misma en el prólogo, «volvieron de viajes, colándose entre los pliegues del equipaje del alma; de esas que al retorno a casa se comprueba que han logrado insertarse entre recuerdos y emociones, que se han quedado dentro para siempre».

Presentó este miércoles al público abulense Sonsoles Sánchez-Reyes este libro que recorre rincones de varios países, uno de ellos en la provincia de Ávila, explicando que con este trabajo «busco no auspiciar o animar a que la gente esté en un lugar, sino a que el lugar esté en la persona».

Lo importante que puede deparar un viaje, añadió, «no es que tú hayas estado en un lugar, sino que el lugar haya estado en ti, esa es la diferencia», y partiendo de ese concepto nacen esas historias «que no son las habituales de las guías de turismo», ya que «apuesto por contar historias vividas en lugares muy concretos que para mí son fascinantes porque me han conmovido, y ayudan a descubrir otros ángulos de sitios muy conocidos y de personajes históricos muy famosos que, desde esa nueva luz, se revelan como si nunca los hubiéramos visto antes».

El libro, que prologa Carlos del Amor, lo llenan «historias breves que tienen mucho de ensayo y de opinión personal, pero que también tienen mucho de poesía y de arte, porque aparecen junto a unas fotografías extraordinarias de Gabriela Torregrosa que las complementan».

Con esa fusión de «historia, literatura y arte lo que he buscado es crear historias breves e intensas que se le queden al lector para siempre, y que en esos pocos minutos de lectura sean capaces de crearle un vínculo emocional con esta historia, para que ya nunca le suene ajena a él».

Estos textos, añadió, bien pueden servir también como anticipo o acicate para esos viajes que cuentan, para que «el lector pueda hacerlos desde el sillón, porque este es un libro para transformar a las personas, para que el que lo lea de alguna manera sienta que ha hecho un recorrido y que vuelve siendo una persona que ha cambiado, que es otra. O sea, que es una forma de verlo desde dentro y desde fuera, y también para que quien lo lea, si luego decide compartir ese viaje mío, encuentre algunas otras vinculaciones, algunos otros contactos, cosas nuevas».

Esa complicidad del lector la propone Sonsoles Sánchez-Reyes desde el convencimiento de que «el mejor escritor de viajes es cada uno mismo, porque cada uno sabe las historias que le han atraído». De hecho, añadió, «yo estas historias que plasmo en el libro primero me las he contado a mí misma muchas veces, me han gustado mucho y cada vez me han emocionado de nuevo. Son historias que tienen esa característica común y por eso después de contármelas yo he querido contagiar esa misma sensación a los lectores, he querido contárselas después a ellos».

El alma en los viajes, añadió su autora, «no tiene que ser necesariamente para lectores de libros de viajes, puede ser perfectamente para alguien que no sea muy aficionado a esas lecturas y que, sin embargo, en este libro encuentre algo que le está llamando a él, porque habla de lugares muy variados, de Francia, de España, de Reino Unido, de Bélgica, de Italia y de personajes que seguro que todos conocen y que encontrarán una anécdota le atrae».

Importante es destacar, acabó, «que en todas estas historias Ávila está presente, aunque sólo una se dedica expresamente a esta provincia mientras que las otras 27 se sitúan en lugares diferentes; y eso es así porque, como decía Jorge Santayana, Ávila para mí es el locus standi, el lugar desde donde contemplo el mundo, lo interpreto, y por eso está omnipresente en cada mirada, en cada recuerdo, en cada forma de concebir una historia. Por eso Ávila realmente impresiona cada página del libro, cada historia que se narra en él».