El cielo lucía oscuro, triste, como si quisiera acompañar el dolor de María ante la muerte de su Hijo pero, aún así, diera un respiro. Y fue ese respiro el que aprovechó la Cofradía de Nuestra Señora de la Soledad para sacar a la calle la procesión del Sábado Santo, la última antes de llegar al momento más esperado, la Resurrección.
La iglesia de San Pedro es el lugar de inicio de la Procesión de la Soledad y en ella esperaban las dos imágenes que iban a desfilar, la Cruz Desnuda y Nuestra Señora de la Soledad, cada una a un lado de la puerta principal del templo. En el interior se hacían los últimos preparativos, se colocaban todos los enseres y se fijaba alguna que otra peineta, uno de los signos de las damas de la soledad, siempre de negro. Unos minutos antes del inicio se anunciaba que si a las 19,00 horas no llovía se iniciaría el recorrido o, de lo contrario, se esperaría media hora más. Y se advertía que se iba a hacer un recorrido corto, hasta el Humilladero y regreso.
Y a las 19,00 horas llegó el momento de salir y no se tuvo que esperar más para abrir las puertas de San Pedro ante los abulenses que habían formado un pasillo para que pasara por él la procesión. Antes había habido unos minutos para rezar y prepararse para acompañar a María en su soledad por las calles de Ávila y reconocer que ella mantuvo la fe en la puerta del sepulcro.
La Soledad desfila, con menos recorrido - Foto: Isabel GarcíaLa Banda Santísimo Cristo de las Tres Caídas, de Madrid, esperaba junto a la puerta para iniciar una procesión donde se contó con una representación de la Hermandad de los Estudiantes. No faltaron tampoco los niños y un sonido que ya se empieza a hacer inconfundible, el que producen las mujeres marcando el ritmo con las castañuelas. Y con él como telón de fondo en los oídos de los asistentes salía la primera de las imágenes, la Cruz Desnuda, y comenzaba a sonar la banda, al igual que sucedería cuando llegará el turno de Nuestra Señora de la Soledad.
Así continuó la procesión con Óscar Robledo, párroco de San Pedro, y como representación municipal los tenientes de alcalde Ángela García y Juan Carlos Corbacho, además de miembros de las diferentes cofradías.
Con la banda de música cerrando la comitiva, la procesión fue atravesando la plaza del Mercado Grande para dirigirse en su recorrido reducido por la calle San Segundo, también con público esperando, pero ya menos. Hizo el giro para dirigirse por Eduardo Marquina y así poder hacer la especial parada, la que se realiza para la oración en la ermita del Humilladero.
Por allí fue pasando la procesión hasta llegar a su parte final, la de la imagen de Nuestra Señora de la Soledad, que se puso frente a la ermita para ser parte de la oración, mientras un buen grupo de asistentes la rodeaba y muchos aprovechaban para grabar con sus móviles. El propio Óscar Robledo dirigió el rezo en que pidió contemplar la soledad de la Virgen y explicó que era un ejemplo de permanencia y de mantener la esperanza, «un ejemplo para todos nosotros los cristianos», recalcó en sus palabras.
Tras el rezo y, con el cielo oscureciéndose, llegaba el momento de que la procesión volviera a su lugar inicial, la iglesia de San Pedro, convirtiéndose en una de las que ha podido salir en estos días de Semana Santa donde la meteorología no está siendo una buena compañera.