El dolor que siempre llega con la Pasión de Cristo tuvo su reflejo en el cielo abulense, oscuro, amenazando lluvia como si fueran lágrimas ante la muerte de Cristo y el sufrimiento de su madre. Son dos imágenes que se transmiten cada año en la conocida como Procesión de los Estudiantes que cada Sábado de Pasión recorre el centro de la ciudad partiendo de la iglesia de San Pedro Apóstol. Allí, antes de la hora de salida oficial de las procesión (19,00 horas) se veían los nervios de los últimos momentos. Los hermanos alrededor de los pasos, los últimos preparativos e indicaciones a los participantes, mientras muchos de ellos seguían pensando en una posible lluvia.
Pero a pesar de todo, con la hora sobre el reloj llegó el momento de abrir las puertas de San Pedro y que los miembros de la Hermandad Universitaria del Santísimo Cristo de los Estudiantes y María Sede de la Sabiduría fueran saliendo hacia el exterior donde les esperaban los abulenses y turistas que querían ser parte de esta procesión. Salieron con su túnica y capuchón morados y capa y guantes negros, sin faltar la Biblia como la imagen que distingue a esta hermandad, para comenzar su recorrido por la plaza de Santa Teresa donde les esperaba la Banda de 'El Amarrado' y, por desgracia, comenzaban a caer las primeras gotas.
Con algunos paraguas abiertos se veía pasar una comitiva que comenzó con la Cruz de Guía y el estandarte, para dar paso después a los capuchones, los estandartes de las Siete palabras, representantes de cofradías y autoridades, seguidos de las Damas de la Soledad, el incensario y los dos estandartes del Cristo y María Santísima. Tras la presidencia del paso llegaba la imagen del Santísimo Cristo de los Estudiantes y María Santísima Sede de la Sabiduría.
Los Estudiantes, a medio caminoEl recorrido de la procesión se hace con esas dos imágenes titulares de una hermandad que cuenta con 180 hermanos y 30 anderos que se encargan de llevar las imágenes. Este año además se hizo con una novedad puesto que se estrenó la nueva Cruz que luce la talla del Cristo de los Estudiantes, creada como la Cruz antigua pero pensando en dar más seguridad al paso. La nueva fue bendecida antes de salir de la iglesia de San Pedro.
Aunque caía alguna gota, la procesión siguió su camino pasando por la calle San Segundo. Fue ahí cuando el agua empezó a caer con más fuerza, aunque no tanto como cuando el paso llegó al arco de la Muralla que lleva hacia la Catedral. Allí refugiados vieron que un auténtico aguacero se hacía el triste protagonista de la tarde. Esto obligó a tomar decisiones, la primera cubrir con un plástico las imágenes, lo que se pudo hacer con la tranquilidad de estar bajo cubierta. Y curiosamente fueron muchos los abulenses que, a pesar de la intensidad de la lluvia, se quedaron para vivir ese momento.
Y estos mismos abulenses no dudaron en aplaudir a los miembros de la hermandad que, ya sí a un paso más ligero, llevaron la imagen al interior de la Catedral, después de pedir que abrieran la puerta lateral.
Con prisas, pero con el cuidado necesario, se metió la imagen en el interior. Entonces parecía que todo el mundo soltaba el aire que había estado conteniendo.
«Lo hemos intentado», se podía oír una vez dentro de la Catedral. Y era cierto, lo habían intentado, pero el tiempo no dio más oportunidad que la de ese pequeño recorrido en el que sí que hubo mucho público tanto en la plaza de Santa Teresa como en el paso por San Segundo, aunque fuera con paraguas, chubasqueros o gorros. Y eso sí, sin que faltaran cámaras de fotos y móviles inmortalizando cada momento de la procesión.
Ya en el interior del templo se quitó el plástico a las imágenes y se preparó todo para poder hacer el acto de consagración que debería haberse realizado en la plaza del Mercado Chico y que finalmente fue en la propia Catedral. Los participantes en la procesión se trasladaron a la zona del Altar Mayor donde se procedió a la consagración, comenzando por la parte musical.