Gareth Southgate y Roberto Mancini han ‘traicionado’ a las escuelas tradicionales de sus países para triunfar en esta Eurocopa, o sea, el inglés va a la italiana y el italiano a la inglesa. El británico propone desde su credo defensivo, el de llevarse los partidos al 1-0 y guardar la ropa, colgarse del larguero y salir al contragolpe como tigres; y Roberto Mancini es de creencias ofensivas (aunque España es el único país que se lo ha impedido en los últimos dos años y medio) e inculca a los suyos el gusto por el toque, las bondades de defenderse con el balón y el ataque a tumba abierta. Los viejos gurús del fútbol italia no estarían orgullosos de Southgate, los del noble fútbol inglés de Mancini.
Inglaterra
Para entender al técnico de los ‘pross’ hay que ver su movimiento en semifinales: en el minuto 69, buscando la victoria, dio entrada a uno de los jugadores más queridos y especiales en Inglaterra: Jack Grealish. En el 105, justo después del gol de Kane (el 2-1 sobre Dinamarca) sacó del campo a Grealish para dar entrada a Trippier. No toca aquello en lo que cree, no cree en lo que no sabe, no sabe lo que tiene: un arsenal ofensivo como pocos en el mundo. En el banquillo viven tipos como Sancho, Foden, Rashford, Bellingham… Si a Southgate le das a elegir entre una pared de ladrillos o un violín, ni siquiera mira al violín. Pero es tan fuerte y sólido el músculo que le funciona. Siete de los 11 jugadores de partida, casi ocho, siempre mantienen perfil defensivo: portero y cuatro defensas más Rice y Phillips, a los que añade a un Mason Mount 20 metros menos ofensivo que en el Chelsea. Después queda el inmenso talento de Kane para convertir balones insípidos en ocasiones de gol y la explosividad de Sterling para perforar líneas.
Italia
Incluso con cuatro estrellas en el escudo, Italia siempre luchó contra los prejuicios sobre su juego y su estilo. Así que tipos como Roberto Mancini (o Gasperini con el Atalanta, o Dionisi con el Sassuolo...) se han rendido a esa idea del ‘gegenpressing’ (4-3-3 con presión a toda cancha) para crear partidos a pecho descubierto. Conforme ha ido escalando rondas ha guardado la ropa, sí, y ante España tuvo que convertirse en esa ‘vecchia’ Italia de contención, lo que demostró que es válida en ambas versiones. Pero el espíritu de esos 34 partidos sin perder está en el buen juego. Ese ‘trivote’ basado en Verrati, Jorginho y Barella es oro puro. Deciden a qué se juega mientras Bonucci y Chiellini (más Donnarumma) aguantan y el resto del equipo funciona en bloque: lo mismo Belotti bajando ‘melones’, Insigne haciendo magia entre líneas o Immobile, aún brillante a sus 33 años, tirando los desmarques más inteligentes de la Eurocopa.